|
CRITICA
Por: PACO CASADO
En una época en la que están de nuevo de moda las series cinematográficas, el que una de ellas, posiblemente la más veterana de toda la historia del cine hasta ahora, se encuentra en su 25 aniversario y con 15 capítulos (17 si se incluyen Casino Royale (1967) y Nunca digas nunca jamás (1983)) es todo un récord.
Y eso es justamente la serie del agente 007 James Bond.
La verdad es que tras los años transcurridos estaba necesitada de una renovación.
Para llegar hasta aquí ha sido necesario hacer varios trasplantes, al ser sustituido Sean Connery, sin duda el mejor agente 007, accidentalmente cubierto por George Lazenby en un intento que resultó fallido, posteriormente por Roger Moore, y ahora por Timothy Dalton, actor muy amante de interpretar obras de William Shakespeare, que no se lo pensó dos veces cuando le ofrecieron el papel con el que ganar varios millones de pesetas y adquirir cierta fama; también el caso de Miss Moneypenny personaje al que Caroline Bliss ha sustituido a la tradicional Lois Maxwell, o M que hacía Bernard Lee, ahora por Robert Brown, y hasta alguna sustitución en la producción como ya ocurrió con Saltzman y Broccoli en algún título anterior.
Si bien el personaje no se gasta, ni se quema, porque Ian Fleming se encargó de crearlo muy bien, de forma muy sólida, pero los años no pasan en balde y los actores se han ido sucediendo.
Esta vez se le ha puesto a su lado una nueva chica, no tan explosiva, sino delgada, culta y sensual, violonchelista por más señas, complicada en un tráfico de drogas sin quererlo y teniendo que huir de los países comunistas de la forma más original que se haya inventado.
Como es habitual a Bond no le falta su Aston Martin con radio digital, con cristales antibalas, carrocería a prueba de fuego, así como inventos tales como el llavero de gas adormecedor, un explosivo que estalla nada más silbar, el diván que se traga a su víctima y algunos más.
De lo que no cabe ninguna duda es de que la serie continúa y que sus películas siguen logrando un éxito bastante notable en las taquillas, consiguiendo divertir al público, a pesar de que Timothy Dalton sea el actor más flojo de los que ha interpretado a James Bond, de que falten las espectaculares chicas Bond, que sea menos conquistador que en otros films anteriores o le falte la elegancia de Sean Connery y la socarronería de Roger Moore.
En esta ocasión el guion de Richard Maibaum y Michael G. Wilson parece estar hecho sobre una base más realista y menos espectacular o fantástico que en otras ocasiones, lo que no quiere decir que en este nuevo capítulo notemos la ausencia de las escenas de acción, como la de la persecución por el Peñón de Gibraltar, la lucha sobre una red que cuelga de un avión en pleno vuelo o la persecución por la nieve, secuencia esta última en la que el director John Glen es todo un especialista, habiendo dirigido ya varias de ellas en algunas de las cintas anteriores o incluso en las cuatro últimas que son las que hasta el momento se ha responsabilizado plenamente de su dirección.
John Glen, a quien tuvimos ocasión de conocer personalmente cuando se presentó su anterior película Panorama para matar (1985) en Marbella, hace por cuarta vez un film de la serie y tiene muy claro lo que tienen que ser los de James Bond, ya que fue hombre de segunda unidad y sabe cómo realizar las escenas de acción.
Esta vez su esquema se repite, y aunque el argumento sea un poco más embrollado, con una trama algo más complicada, no obstante logra dar lo que habitualmente se espera de esta serie.
Premio Golden Screen Germany. Premio a la mejor edición de sonido de la Motion Picture Sound Editors. Premio BMI a la música.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE