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CRITICA
Por: PACO CASADO
El éxito de Los Croods (2013), que generaron 587 millones de dólares de taquilla, ha ocasionado esta secuela en la que siguen las aventuras de esa familia prehistórica tan peculiar.
Estaba claro que estos personajes, creados por Chris Sanders y Kirk de Micco, pedían a gritos que sus aventuras continuaran en un nuevo capítulo y aunque han tardado, sin embargo aquí están de nuevo haciendo taquilla para las arcas de Dreamworks, con esta continuación, 'Los Croods: Una nueva era' (2020).
Obligados a partir en busca de un nuevo lugar donde vivir, los Croods, se aventuran a explorar el mundo con el objetivo de localizar un sitio más seguro que puedan considerar como su hogar tras haber sobrevivido a toda clase de peligros y luchas con fieras y monstruos antediluvianos.
Caminando encuentran un idílico paraíso con una empalizada que cumple todas sus necesidades, pero ese sitio esconde una sorpresa y es que ya hay otra familia que vive allí, que se llaman los Masmejor, compuesta por los padres, Hope y Phil, y su hija Alba.
Y es que la nueva familia posee una casa en un árbol, con todas las comodidades y los últimos adelantos, así como una enorme despensa de comida que proviene de sus huertos ya que están más adelantados que ellos en la escala evolutiva.
Al principio los reciben como sus invitados, pero no tardan en surgir tensiones con sus modernos anfitriones, cuya única regla que deben cumplir es que no se pueden comer las bananas, a pesar de que esa fruta la hay en gran abundancia.
Grug tiene la idea de que la familia debe permanecer unida y hasta duermen amontonados unos con otros y siempre lucha porque eso se cumpla a rajatabla.
Un día Eep y Alba, que se han hecho muy amigas, se saltan la valla y se van de aventuras, a ésta le pica una abeja y se pone muy contenta porque así tiene su primera cicatriz cuando la mano se le hincha, ya que hasta ahora había estado superprotegida por su padre y en cambio Eep está llena de ellas de luchar contra los animales.
Entre tanto surge un romance amoroso entre Eep, Chico y Alba.
Cuando Grug no respeta la regla y se come todas las bananas que encuentra a su paso, surge una amenaza y las dos familias se ven obligadas a unir sus fuerzas para luchar juntas.
Al marcharse los hombres las mujeres se ven obligadas a ir en su busca con la abuela a la cabeza, quien en su día fue una de las Hermanas Trueno, rememorando así sus buenos tiempos.
El guion tiene un comienzo plácido y divertido, pero en la parte final, cuando empieza la batalla, se hace más complicado y en cierto modo algo farragoso, cuando las líneas de interés se subdividen, aunque eso no quita para que el ritmo continúe acelerado en todo momento.
La amistad, el trabajo en equipo, no dejarse llevar por los prejuicios, la sobreprotección de los padres, el creerse superior, la rebeldía de los hijos, la adicción a la televentana, son algunos de los temas que se tocan en esta colorida película.
La comicidad suele surgir del contraste que se establece entre las dos familias, la prehistórica y esa otra más adelantada de la que los primeros no entienden muchas cosas y se sorprenden de otras, lo que no cambia es la idea de que la familia debe permanecer unida siempre y por otra parte también ayuda a ello los celos que se establecen entra las dos chicas por el chico.
La dirección está a cargo del novato director Joel Crawford que ha conservado el estilo, el ritmo y la calidad de la animación del film anterior en esta nueva forma de ver la Edad de Piedra.
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