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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras participar en el Festival de cine de Berlín llega a las carteleras 'Los caminos que no escogemos' (2020) de Sally Potter, cuyo título está tomado de un poema de Robert Frost.
Es un drama psicológico que cuenta a través de una extraña narrativa la historia no lineal de un caótico día que pasan juntos Leo y su hija Molly, en la ciudad de Nueva York mientras él piensa las vidas alternativas que podría haber vivido, lo que lleva a Molly a luchar con su propio camino mientras considera cómo será su propio futuro.
La acción comienzo con Leo en la cama, su hija Molly llama a la puerta y no le abre, por fin acude a él para llevarlo al dentista, pero no está muy bien de la cabeza, padece una enfermedad llamada demencia frontotemporal.
Quiere a su padre pero por ir a cuidarlo y llevarlo al médico ha perdido un trabajo importante.
Entre tanto Leo sueña con Dolores, que fue su amante y musa que tuvo en algún tiempo en México.
En otras ocasiones se acuerda de unos momentos que vivió en una playa de Grecia en la que en un bar trataba de darle final a una novela que había escrito, que no sabía cómo terminarla y le pide opinión a unas chicas que estaban en una mesa de al lado.
La película discurre entre esas tres líneas paralelas, la actualidad, en la que Leo tiene la cabeza perdida, en el dentista se bebe el líquido de enjuague, se escapa de su hija en unos almacenes de ropa y se pierde, se hiere en la cabeza y termina en el hospital a donde acude Rita su esposa de la que está divorciado y así podríamos seguir enumerando los distintos pasajes.
La segunda es la relación con Dolores en una etapa mexicana en la que desea que le acompañe al día de los muertos, a llorar por su hijo perdido a lo que se niega.
La tercera es la de la escritura en la playa que no tiene un final determinado, ni da solución a lo planteado.
Cada parte tiene un tratamiento fotográfico distinto, por ejemplo la de México tiene colores ocres tendentes a rojizos, siendo interesante la de la actualidad y más flojas las otras que casi son prescindibles.
El montaje excesivamente en corto y de manera continuada quita fuerza y dramatismo a la primera.
Para escribir el guion Sally Potter se inspiró en la muerte de su hermano menor que padecía demencia al que desea homenajear.
Si lo que ha querido ofrecernos la directora es la vida de un soñador, un escritor que tiene la cabeza perdida, lo ha logrado, pero también ha conseguido que la perdamos los espectadores, porque con estos constantes ir de la realidad a los sueños del protagonista, realmente nos vuelve realmente locos y le resta continuidad dramática a la narración principal.
La inglesa Sally Potter es una realizadora diferente, que gusta de un cine experimental, como ya lo pudimos observar en algunas de sus películas anteriores como Orlando (1992), La lección de tango (1997) o Vidas furtivas (2000) y que vuelve a repetir más o menos la misma fórmula, pero creemos que eso no le lleva a ninguna parte.
Es un tipo de cine que no le interesa al espectador medio, lo que le aboca al fracaso desde el punto de vista de la taquilla.
Javier Bardem está bien en los tres papeles que tiene que interpretar en esas situaciones y momentos diferentes de su vida.
Extraordinaria la actuación de la encantadora Elle Fanning en el papel de su hija y Salma Hayek como su amante Dolores, con la que tuvo un hijo que finalmente perdió.
El hecho de que los tres actores principales estén muy bien no salva el resultado final.
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