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CRITICA
Por: PACO CASADO
Luis García Berlanga se ha convertido a estas alturas en un director conocido internacionalmente, pero no tanto a nivel popular, a raíz del comienzo de su trilogía que se inició con La escopeta nacional (1978), continuó con Patrimonio nacional (1981) y que se cierra ahora, de momento, con 'Nacional III' (1982).
Las anteriores películas, que eran bastante notables, son apreciadas por los críticos, pero no tanto por el gran público.
En 'Nacional III' (1982) vuelve a retomar la saga de sus queridos personajes, la famosa familia del marqués de Leguineche en una nueva aventura, que se inicia con el Golpe de estado del 23 de febrero de 1981, y el consiguiente ascenso al poder del partido socialista.
El marqués, tras verse obligado a vender su finca, se ha recluido en uno de sus apartamentos madrileños con su hijo Luis José y sus fieles servidores, entre ellos el padre Calvo.
Su hijo trata de montar un negocio de cara a la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol que se va celebrar en España y termina viviendo una auténtica odisea queriendo evadir el pago de los impuestos por el capital de la fortuna heredada de su esposa.
Todo esto hace que Berlanga y Rafael Azcona tengan nuevas oportunidades para hacer revivir a sus personajes y contarnos una nueva aventura que, a juzgar por el plano de la imagen congelada al final, hasta pudiera tener una posible continuidad.
A lo largo de la trama hay situaciones divertidas, un humor irónico, un ritmo frenético y una sátira sobre la odisea de evadir impuestos y una crítica a la sociedad española del momento y especialmente de la ambiciosa aristocracia.
Creemos que el dúo compuesto Berlanga y Azcona ha exprimido demasiado el limón al que le quedaba ya muy poco zumo.
El director valenciano gusta mucho de realizar un cine de situación.
Es más cómodo para él de rodar y al fin y a la postre también para el resultado final de la obra.
En este caso el argumento está compuesto por pequeños sketchs en los que se ven envueltos los múltiples personajes sin el trabajo de haber tenido que concebir un argumento que dé una justificación de continuidad en todo momento a esta historia.
De ahí que el film posea un buen arranque y sin embargo desciende en interés en la continuación tras algunas buenas secuencias y situaciones aisladas a lo largo del desarrollo del relato.
De Berlanga no vamos a dudar a estas alturas que domina la técnica cinematográfica y confía en los buenos actores que tiene en sus manos, así como en los técnicos, pero los resultados conseguidos con esta tercera entrega de la saga no han logrado la misma altura, ni son tan brillantes como en las dos cintas anteriores.
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