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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película es un alarde de producción de Michael Todd para llamar la atención del espectador acerca de la nueva técnica de filmación en el llamado Todd-Ao 70 mm. con un reparto espectacular para interpretar pequeños papeles en lugar de los habituales extras, lo que no aporta nada al logro de la obra de arte, pero sí al espectáculo al tiempo que marca una fecha histórica con la aparición de este nuevo procedimiento de filmación que permitía rodar con un fotograma doble de ancho.
La palabra Todd-Ao está compuesta por el apellido del productor y las iniciales de American Optica que es la creadora de la lente.
Como casi todos los sistemas cuando comienzan elige un tema espectacular para el lucimiento de las virtudes y excelencias, como en su día ocurrió con el CinemaScope con La túnica sagrada (1953).
Para ello se eligió la novela de Julio Verne adaptada al cine para la ocasión con bastante fidelidad de la obra original que ofrecía algunas cosas como la gran fiesta de España con los toros o el flamenco, la lucha con los indios y otros ejemplos más que se podrían citar.
Aquí está un Phileas Fog excéntrico, imperturbable, deportista, apostador, elegante, magníficamente interpretado por David Niven.
Está también el pegajoso inspector Fix más que inteligente astuto, más que habilidoso constante e inflexible con la ley inglesa, en un trabajo que honra a Robert Newton, que está a punto de hacerle perder la apuesta.
Igualmente está la princesa india elegantemente encarnada por una incipiente Shirley MacLaine y sobre todos ellos un genial Picaporte incorporado por la comicidad de Mario Moreno Cantinflas en una creación muy personal que es el alma de la película, en la primera actuación fuera del cine mexicano, sobre el que recae todo el peso de la cinta, dándole cohesión y unidad a la obra.
Si algo se le puede reprochar es que pierde la idea central de la prisa y de la carrera alrededor del mundo, deteniéndose demasiado en lo puramente anecdótico y espectacular de los distintos países que visita.
Este argumento está servido por una dirección llevada a cabo por un buen artesano como es Michael Anderson que saca adelante el espectáculo, aprovechando las posibilidades del nuevo sistema de filmación que le han puesto a su alcance, rodada de cara a lo espectacular más que a lo artístico y poniendo emoción en algunas de las escenas como la del paso del puente averiado o en los minutos finales de suspense por saber si llegan a tiempo para ganar la apuesta.
Cuenta también con la inestimable música de Victor Young, una auténtica maravilla de composición cinematográfica, una partitura hecha para el cine que realza la belleza de los paisajes, perfectamente adecuada a lo que se nos quiere contar.
Una música que le da unidad y vértigo a las imágenes demasiado ceñidas a la cadencia de alguna de las postales turísticas, en definitiva una partitura realmente memorable.
La fotografía de Lionel Lindon luce muy adecuadamente prestando belleza a los bien escogidos paisajes, realzada por la toma en la pantalla ancha en 70 mm. sistema en el que fue filmada.
Recordamos algunos logros de Lindon como el obtenido, esa vez en blanco y negro, en Vivir un gran amor (1955).
En resumen una obra espectacular y brillante, fiel adaptación de la novela de Julio Verne, ese profeta moderno, padre de la ciencia ficción, cuyas predicciones que hizo en su momento se van convirtiendo de ser una pura fantasía imaginativa en una auténtica realidad.
Cinco Oscar: Película, guion adaptado, fotografía, música y montaje. Globo de oro a mejor drama y a Cantinflas. Premio NBR a mejor film y Top Ten. Premio especial Photoplay. Premio WGA al guion.
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