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CRITICA
Por: PACO CASADO
A la vista de los resultados obtenidos por la primera película titulada como el personaje Peter Rabbit (2017) que se hizo sobre éste extraído de los cuentos infantiles de la autora inglesa Beatrix Potter, de la extensa colección de libros publicados a principios del pasado siglo, que sufrió algunas variaciones con respecto al libro, que multiplicó por seis el coste de su producción, no existía la menor duda de que había que continuar con otra historia de este conejo que tanto gusta a la grey infantil, tanto en los cuentos en papel como en la pantalla y así ha surgido esta continuación tres años más tarde con estas nuevas aventuras, que ya no se limitan al jardín de la casa como escenario, que en su momento fue un campo bélico, sino que recorre toda la ciudad de Londres.
La historia comienza con la boda entre Bea y Thomas que fue su némesis contra el que luchó al ser el heredero del huerto del Sr. Thomas McGregor.
Thomas y Bea ahora están casados y los conejos han hecho las paces como una familia, a pesar de sus mejores esfuerzos por conseguirlo, pero Peter no parece poder sacudirse su traviesa reputación.
Aventurándose más allá del jardín, Peter se adentra en las calles que son menos recomendables de la ciudad de Londres donde sus travesuras son mejor apreciadas.
No obstante cuando su peluda familia se encuentra en peligro, Peter deberá decidir qué clase de conejo quiere ser, como tampoco Thomas acaba por ver con buenos ojos todo lo que éste hace.
En un momento determinado se encuentra con Barnabas, un veterano ladrón, que le dice haber sido amigo de su padre, que le enseña cómo robar una manzana y a continuación le presenta a toda su pandilla de delincuentes con la que comete sus robos.
Peter por fin cree haber encontrado a la persona que mejor le comprende, pero terminará por desengañarse de que al final ha sido víctima de su propia inocencia.
Por otro lado está el caso de Bea, que tras escribir un libro que tiene un cierto éxito, surge Nigel Basil-Jones, un ambicioso editor más poderoso, que se le ofrece para publicar su nuevo libro y ganar más dinero, con el mundo de las hermanas de Peter, Flopsy, Mopsy y Cottontail así como el primo Benjamin Bunny, ampliando el negocio con la fabricación de juguetes con estos personajes.
Bea, finalmente, acabará por darse cuenta que su influencia está logrando que pierda su personalidad entregada en sus manos y siendo éste el que está manejando a sus personajes, presentando, entre otros, a Peter Rabbit como el malo de la historia, oportunidad que aprovecha éste para huir de casa.
Ambas historias corren de forma paralela en la narración de esta segunda aventura cinematográfica del personaje de Peter Rabbit en la gran pantalla grande y de la que se pueden sacar algunas conclusiones y otras moralejas, pero hasta llegar a esta solución han sucedido muchas aventuras de Peter, su familia y sus amigos, estos últimos recreados por CGI, con una animación brillante.
El guion saca la moraleja de ser siempre fiel a sí mismo.
Will Gluck vuelve a ponerse al frente de esta segunda entrega, prácticamente con el mismo equipo que en la anterior, con la variante en el guion de Patrick Burleigh como ayuda, y conservando la pareja protagonista que encarnan a Thomas y Bea, el irlandés Domhnall Gleeson y la australiana Rose Byrne.
En definitiva una obra divertida que puede gustar tanto a chicos como a mayores.
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