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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción tiene lugar en Portugal en 1917 donde tres niños, Lucía y sus primos Francisco y Jacinta, que cuidaban ovejas en el campo, afirman haber visto a la Virgen María en Fátima.
En principio no les creen, piensan que son cuentos y fantasías de chiquillos, dado que la mayor, Lucía, tan sólo tiene diez años, Francisco ocho y Jacinta siete, pero cuando sus revelaciones se van difundiendo y comienzan a llegar peregrinos al lugar de Cova de Iria, se incomodan los funcionarios del Gobierno republicano y de la Iglesia, en unos momentos que en Europa estaba ocurriendo la Primera Guerra Mundial y Portugal inmerso en la pobreza se había vuelto anticlerical.
Periódicamente el alcalde reúne en la plaza del pueblo a los habitantes para dar lectura al parte de guerra de los caídos o desaparecidos durante el combate
Las autoridades y los representantes de la Iglesia como el obispo o el padre Ferreira de la localidad intentan obligarles a retractarse de su historia.
Pero a medida que se extiende la noticia de su profecía, miles de peregrinos acuden a Fátima con la esperanza de poder presenciar las apariciones, ya que la Virgen les había prometidos volver en la misma fecha del día 13 durante seis meses y les pedía que durante ese tiempo rezaran el rosario cada día pidiendo por la paz del mundo, al tiempo que les confió tres secretos que se han ido cumpliendo a lo largo de los años.
Lo que allí sucedió cambió las vidas de aquellos tres inocentes niños.
La película cuenta estos hechos históricos en flash back, comenzando en 1989 en Coímbra con la entrevista que tiene el incrédulo profesor Nichols en un convento con la hermana Lucía para conocer de primera mano cómo sucedieron los hechos para escribir un libro sobre el tema, aunque al parecer no es muy creyente o tal vez tiene ideas contradictorias con la entrevistada y constantemente vuelve al pasado.
Está contada en diversos capítulos, siempre con la fecha de cada mes en que se produce una nueva aparición durante los seis que les prometió estar con ellos y cada vez va aumentando el número de fieles que acuden al lugar.
De fondo está el tema de la guerra y la esperanza en la familia de Lucía de que Manuel, su hermano mayor, vuelva del frente, sano y salvo.
Hay algunos encuentros tensos por parte de habitantes del pueblo que no son creyentes que increpan a María Rosa, la madre de Lucía, como igualmente en algún momento el alcalde encierra a los tres niños para que se desdigan e incluso llega a cerrar la iglesia del pueblo en contra del párroco que defiende la libertad religiosa y la defensa de la fe de los parroquianos.
Un siglo después de estos hechos el Papa Francisco canonizó a los dos más pequeños.
El film está realizado con un lenguaje notable, una gran corrección, con estupenda fotografía y música, bien dirigido por el cineasta italiano Marco Pontecorvo, hijo del también director Gillo Pontecorvo, responsable de La batalla de Argel (1966), que anteriormente había sido director de fotografía por lo que no es de extrañar que cuidara este capítulo, con planos muy bien elegidos, una buena ambientación de la época, que tras realizar varias series de televisión hace con esta cinta el tercer título de su aún corta filmografía.
Hay un gran acierto en la elección de los actores, desde los infantiles con la española Stephanie Gil en el personaje de Lucía de cara angelical y una expresividad muy natural, como igualmente Lúcia Moniz en el papel de la madre o Joana Ribero como la Virgen María.
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