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CRITICA
Por: PACO CASADO
En las últimas etapas del cine el espía con el tan traído y llevado jamesbondismo se ha mitificado en exceso quitándole todo el aire de persona humana e imponiéndole abundantes dotes de superhombre frío, calculador, sin sentimientos, más que para el amor hacia las imponentes y bellas mujeres que les rodean.
En los últimos tiempos es tantas veces llevados al cine que se está convirtiendo en un mito, en un héroe más de la ficción fílmica.
Por eso nos llama la atención cuando una producción de este género trata de desmitificarlos.
La acción se ambienta durante la guerra fría en la que la inteligencia inglesa recibe una fotografía algo borrosa de la Alemania Oriental y el director LeClerc cree que son misiles que los soviéticos están instalando en sus fronteras.
Éste se encuentra con Fred Leiser, un desertor polaco que espera tener asilo y quedarse con su novia británica embarazada, y lo recluta para espiar las instalaciones de misiles en la Alemania del Este a cambio de sueldo y asilo político.
En este sentido el periodista y escritor John Le Carré, se ha preocupado en casi todas sus obras de luchar contra este tipo de superhombres, creando unos personajes mucho más humanos y con más sentimientos.
Esto mismo ocurría en otras novelas suyas llevadas con anterioridad a la gran pantalla por el cine británico, como eran los casos de El espía que surgió del frío (1965) dirigida por Martin Ritt y Llamada para el muerto (1966), realizada por Sidney Lumet.
El veterano guionista y ahora también novato director Frank R. Pierson que debuta con 'El espejo de los espías' (1969), ha querido hacer una película de espionaje mucho más humanista de lo que es habitual.
Para ello ha dotado al film de una ambientación y de un ritmo lento de corte romántico en la que se entrenezcla la aventura amorosa como contraste con la acción de espionaje que es el núcleo central de esta historia.
La película esta realizada con un ritmo lento, con imágenes bastante cuidadas, pero sin llegar a interesarnos plenamente, a pesar de su alegato contra todo este mundo absurdo de la guerra fría como en la sarcástica escena final en la que los niños juegan con el instrumento que ha sido causa de las víctimas como si fuera un juguete totalmente inocente.
Tiene una buena fotografía en color de Austin Dempster.
La interpretación en general es estupenda dado el notable plantel de nombrescomo los de Ralph Richardson o Anthony Hopkins y en un breve papel Susan George.
Un ejemplo de cómo una buena novela se puede convertir en una interesante película.
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