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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es una película biográfica que rescata y rinde homenaje a Miguel Vargas Jiménez (1940/1999), más conocido con el nombre artístico de Bambino, el cantaor gitano que triunfó en la salas de fiesta de media España, en los bares de las gasolineras en los años 60 y 70 rompiendo moldes con un nuevo estilo musical inimitable de canciones como Soy lo prohibido, Procuro olvidarte, La pared o Se me va entre otras, con una personalidad arrolladora que lo convertían en el artista de los artistas, como decía de él Camarón, en la edad de oro de los tablaos, donde se erigió en el rey de la rumba flamenca.
El documental está escrito y dirigido por el cineasta onubense Paco Ortiz quien reincide en los temas flamencos que jalonan su filmografía con films tan celebrados como 13 Miguel Poveda (2015) que fue nominado a los premios José María Forqué, Matilde Coral. Acariciando el aire (2016) o Se prohíbe el cante (2019).
Cuenta con escenas de ficción de su vida cuyos pasajes completan la narración construida a base de entrevistas con familiares, músicos y allegados del músico utrerano que lo conocieron y cuya influencia fue notoria en su trayectoria profesional y de su vida.
Bambino, un chico que era peluquero, dio sus primeros pasos a los 21 años en el mítico tablao El Duende de Pastora Imperio junto a El Lebrijano o Rocío Jurado, se perfeccionó en el tablao de Manolo Caracol, le tocaron la guitarra leyendas como Paco de Lucía o Paco Cepero y fue cabeza de cartel en una actuación donde figuraba un joven llamado Camarón.
Así conocemos desde la figura delgada de joven hasta llegar a la del hombre ya adulto en sus devaneos con el alcohol y las drogas, que tuvo que retirarse con un cáncer de garganta de hacer lo que más amaba en la vida: el cante.
Era amigo de sus amigos, un hombre generoso que ayudaba a los demás y lo daba todo, porque se conformaba con poco, era querido y respetado por sus músicos.
Grabó una veintena de discos producidos por Gonzalo García Pelayo en los que mezclaba coplas, boleros, rancheras y bulerías con ritmo rumbero que transmitían inéditas emociones.
Sus ansias de exprimir la vida hacía que un año valiera por dos de cualquier persona.
Era un gitano singular, adelantado a su tiempo, que aunaba el favor del público y de la crítica, que dejó un estilo mil veces imitado por otros.
El documental se inicia con el graffitero Man-o-Matic (Adrián Pérez Vázquez) en una pared en blanco de una casa de Utrera del barrio natal del artista donde va a plasmar su obra que no es otra que el rostro del célebre cantaor, graffiti que figura como cartel de la película.
El film está rodado y montado al ritmo de las canciones de Bambino, con planos cortos de escasa duración, con entrevistas y opiniones en el mismo sentido, lo que hace que el espectador no llegue a aburrirse en ningún momento, disfrutando al mismo tiempo de las canciones más celebradas del cantante, un artista un tanto olvidado que esta producción viene a reivindicar su memoria.
Hemos sabido de una anécdota de que en un momento su representante le programó una gira por sudamérica y apenas puso pie en el nuevo continente éste desapareció, lo dejó solo y con las mismas se volvió a España y nunca más volvió a salir de aquí, lo que hizo que no tuviera el favor de los públicos del mundo entero como otros artistas de su estilo, caso de Peret, por ejemplo.
La cinta ha sido estrenada mundialmente en la Seminci de Valladolid y proyectada en el Festival de cine Iberoamericano de Huelva, dentro de la sección Talento andaluz, siendo muy bien acogida por el público asistente y como homenaje a Paco Ortiz.
Una película imprescindibles para los fans de Bambino, para los aficionados al flamenco, para aquellos que si no lo conocieron quieran saber de él.
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