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CRITICA
Por: PACO CASADO
Como se puede deducir del título está pensada para aprovechar el éxito mundial de la canción Nel blu di pinto di blu, también conocida como Volare, que canta Doménico Modugno, que no tiene otro propósito que el de presentar al cantante en el cine para disfrute de sus admiradores y verle cantar algunas de sus canciones.
Lo raro es que en la parte creadora se haya dado entrada a tres guionistas de acreditada trascendencia en la historia del movimiento neorrealista italiano, sobre todo a Cesare Zavattini y Piero Tellini, siendo este último el encargado del texto literario y de la dirección debutando así detrás de la cámara, tras escribir casi cincuenta guiones entre los que destacan 'Vivir en paz' (1947), 'Guardias y ladrones' (1951), 'Donatella' (1956) o 'Cuatro pasos por las nubes' (1956).
Entonces se produjo una tensión entre los intereses de los productores y las aspiraciones estéticas de los creadores.
Por su parte Doménico Modugno no desmerece como actor de sus otras cualidades como pintor, músico, cantante y poeta.
No diremos que sea una revelación, pero indudablemente cubre a la perfección los menesteres como actor, con fotogenia, sensibilidad y sentimiento.
Se observan en la película momentos felices y una constante preocupación de los autores por hacer algo digno, aunque desgraciadamente la orientación inicial del film, y sobre todo, la falta de pericia como director de Piero Tellini en este su segundo largometraje, concibe cosas que después no sabe hacer, fallando en la ambientación y en el ritmo y de esa manera frustra que tenga un éxito completo.
Falla por una parte la cohesión interna de la cinta que fluctúa a lo largo de la narración, sin que hasta más de pasada la mitad se conozca la dirección pretendida por los autores, consecuencia de que se ha desorbitado el tamaño, la duración y hasta la intensidad de algunos momentos de menor importancia en detrimento de otros que son fundamentales.
De todos modos hay que aplaudir el honrado y serio intento de Cesare Zavattini y de Piero Tellini, sobre todo, por lograr algo de calidad y la demostración de que un cine humano dirigido al prójimo y tomando como objetivo un hombre vulgar en las circunstancias de cada día no está, ni mucho menos, agotado sino más bien al contrario, apenas si se ha empezado a buscar en él.
Doménico Modugno, a pesar de las vacilaciones del director, cumple con su labor, incluso de forma brillante en los momentos de acierto aislados de la película, mientras que los demás actores permanecen en un tono menor y en cuanto a Vittorio de Sica, aunque repite el tipo de muchas interpretaciones anteriores, tiene un instante de genialidad que le absuelve de cualquier inculpación.
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