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CRITICA
Por: PACO CASADO
No teman, no vamos a enjaretar la consabida lista de los defectos del cine español, ni nuestras eternas quejas que de tan reiteradas casi son ya bastante tópicas.
No vamos a hablarles mal del sistema de coproducción, ni de Benito Perojo, ni de Luis Marquina.
Dejaremos en paz a Carmen Sevilla, al inevitable José Nieto, al teatral Jesús Tordesillas y a Julio Peña, el esposo de Susana Canales.
Nada de ataques personales, únicamente iremos al estudio de este film en abstracto.
¿Qué han pretendido hacer los productores cuando concibieron el rodaje de 'Aventura para dos' (1957). Indudablemente dinero.
Y, como falsificar billetes está prohibido, pero como no lo está falsificar películas, pues eso hicieron.
Merritt Blake, es un arquitecto estadounidense, que viaja hasta Madrid para discutir el proyecto de construcción de un hotel sobre el que existen algunas discrepancias sobre el estilo que debe tener y para ello tendrá que convencer a los miembros del consejo de administración de la empresa y en esta tarea le ayudará Mari una joven y guapa traductora que trabaja en la constructora de la que se enamora mientras se pasea por el resto de España, Toledo incluido, y se enfrenta a Antonio, un amante celoso que lo persigue.
Así hay pretexto para el lucimiento de una fotografía en Vistavisión y Eastmancolor de Sam Leavitt que sonrojaría a los inventores de ambos procedimientos técnicos.
Y para el lucimiento, es un decir, de Carmen Sevilla en sus varias facetas: como no-actriz, como no-bailarina y como no-cantante.
Lo que no afirmamos es que no lo pueda hacer en otra ocasión, bailarina, cantante y actriz.
Fuera de esto, de unas sardanas y de algún que otro paisaje de Tossa del Mar, que está tan de moda, nada.
¿Dará dinero esta cinta?. No lo sabemos, pero no estaría mal que por arte de gitanería la maldecieran a la usanza folklórica: "Permita Dió que no dé un chavo". Y que Dios lo permitiera. Nos alegraríamos, palabra. "pa que jueran aprendiendo".
Y para que Luis Marquina, Don Benito, y... pero no, que habíamos prometido no meternos con nadie.
En un documental hubiera quedado mejor ya que visitan sitios maravillosos de nuestra geografía nacional deteniéndose el tiempo preciso para apreciar su encanto, pero se ha preferido darle un argumento y el resultado ha sido catastrófico, con escenas que provocan la hilaridad del público.
Dejemos para otro día este juicio contra un sinvergüenza del que tanto está necesitando el cine español.
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