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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay dos directores que trabajan para la misma marca de películas, que son muy parecidos en su estilo y que han marcado un tipo de comedia a la española en los últimos tiempos. Estos dos directores son Mariano Ozores y Tito Fernández.
De todos es conocida la facilidad que tiene Mariano Ozores para hacer rápidamente un argumento y rodar una película, que casi siempre hace con el mismo equipo y actores.
Otro tanto le suele ocurrir a Ramón Fernández, Tito para los amigos, que con una simple anécdota de nada saca un largometraje.
Y esto es lo que ocurre en esta ocasión en el que el protagonista es un locutor de radio, discotequero y mujeriego al que un señor de negro pide que done su órgano masculino a una asociación que se dedica a este fin.
Esta simple anécdota y los incidentes que se suceden en torno a ella es lo que ha dado pie para que se haga una endeblísima película, reiterativa en situaciones sin gracia y abundante en escenas procaces, la mayoría de las veces forzadas y con poco gusto, como ocurre en la orgía en la bañera o en la pesadilla del protagonista.
Es una pena que buenos actores se vean abocados a hacer argumentos tan facilones y sin contenidos como para poder hacer una película cómica digna y con más calidad.
En el reparto destacan las gansadas de Pajares, aquí también responsable de la istoria, y el angelical encanto de la televisiva Silvia Marsó.
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