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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más, y no será la última, posiblemente, el cine norteamericano pone en imágenes en la pantalla grande un hecho real aunque sea tan vergonzoso como el crimen que tuvo lugar el 28 de agosto de 1955 del joven negro de 14 años Emmett Louis Till, asesinado por el simple hecho de silbarle a una mujer blanca, en Money, Misisipi.
Bobo, como así lo llamaba su madre, Mamie Till-Mobley, una mujer rota, viuda de clase media, que trabaja en las Fuerzas aéreas en Chicago, cuyo marido murió en acto de servicio en la guerra el 2 de junio de 1945, manda a su hijo de 14 años, a la población de Money, en Misisipí, a pasar las vacaciones de verano con sus primos, los hijos del pastor Moses de la Iglesia Bautista.
Al partir le recomienda que tenga gran respeto a los blancos.
Durante el día va a trabajar al campo con ellos cogiendo algodón y a la vuelta se detiene a comprar unas chucherías en una tienda atendida por la dueña, Carolyn Bryan, una mujer blanca, a la que a la salida lanza un inocente silbido de admiración a su belleza.
Esa misma noche Roy Bryan, su marido, junto con John William Milam y tres negros van a por él y lo secuestran.
El pastor da parte para que lo busquen y a los pocos días aparece torturado y muerto flotando en el río Tallahatchie.
Al tener conocimiento la madre, se pone en marcha y tras recibir el cuerpo de su hijo, pide que el funeral se haga con el ataúd abierta para que todo el mundo vea el estado en que quedó su chico, debido a los malos tratos recibidos después ser linchado y asesinado de un tiro en la cabeza.
Eran unos años en los que el racismo y la fobia contra la raza negra estaba en todo su apogeo, en los que se estaba iniciando la tramitación de la ley de los derechos civiles así como la de antilinchamiento que no fue aprobada hasta 67 años después.
Celebrado el juicio y tras la declaración falsa y exagerada de Carolyn Bryan, la dueña del establecimiento, los dos inculpados salieron libres sin cargos.
Mamie luchó como activista en colaboración con la NAACP (Asociación nacional para el progreso de las personas de color) para que se aprobara la citada ley, hasta que murió en el 2003.
La película relata, con las mejores intenciones, el conmovedor duelo de Mamie, a través de los ojos de esa madre mediante cuyas imágenes vemos el poder universal de la capacidad de esa valiente mujer para cambiar el mundo en defensa de su hijo y los demás.
De ese tremendo drama hace una gran interpretación la actriz Danielle Deadwyler en la búsqueda de justicia para su hijo y la lucha de los afroamericanos por la abolición de la intolerancia, por la igualdad entre blancos y negros y el derechos a votar.
Simpática la labor del joven Jalyn Hall y breve la intervención de Whoopi Goldberg que es también productora del film.
Por su parte la directora nigeriana Chinonye Chukwu hace un trabajo seguro llevando la historia a un ritmo mesurado, como requiere el caso, con paso firme y confiando en el grupo de actores que se comportan muy adecuadamente en este, un caso más de ese odio racial que se sigue produciendo incluso hoy día.
La cineasta ha tenido el buen gusto de obviar las duras escenas del linchamiento centrándose en el dolor de la madre.
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