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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía canadiense parece que atraviesa un buen momento de producción, ya que comienza a ser conocida un poco más a nivel internacional y concretamente en nuestro país, gracias a sus productos propios y a las coproducciones.
George Kaczender nos propone en esta película a través del guion basado en la novela de Paul Gottlieb, un tema interesante: el de la publicidad subliminal.
Al menos este es su prometedor arranque, en el que un millonario, personaje desconocido en el medio, compra a un alto precio una agencia de publicidad con el fin de manipular los spots, para introducir esta clase de publicidad subliminal, que está prohibida, y de esta manera manejar la política de un candidato ambicioso, sin escrúpulos, a las elecciones norteamericanas y cualquier otra cosas que se le antoje, lavándole el cerebro a un público desprevenido para que apoye la causa y al candidato que quiere.
De esta manera descubre que su poder puede llegar a no tener límites utilizando el medio televisivo para la transmisión de mensajes subliminales.
Cuando un redactor de la agencia cuenta sus sospechas a un amigo y este cae asesinado, comienza a investigar por su propia cuenta.
Una idea fascinante sobre la publicidad subliminal emitida a través de la televisión, que combina la política actual con la publicidad.
Si bien este tema no ha sido muy tratado por el cine y de por si ofrece atractivos suficientes, es una pena que no se haya profundizado en ello.
Tras este interesante comienzo, el film deriva a ser una simple cinta del género de suspense, de acción policiaca de persecuciones tipo telefilm, con la novedad de que el trasfondo que late en sus imágenes es el apuntado y no el clásico robo, secuestro, asesinato o cualquier otro delito al uso.
George Kaczender, director canadiense, efectúa un trabajo correcto con claras influencias del cine de Hollywood.
El guion de Noel Hynd interesa más en la primera mitad de su desarrollo aunque la acción, de cara al público, la sitúa en la segunda parte.
La composición musical de Lewis Furey nos resulta copiona.
Por su parte este thriller cuenta con un buen reparto encabezado por Robert Mitchum y Valerie Perrin, aunque los actores podrían dar más de si, no obstante cumplen con sus respectivos papeles que le han sido asignados.
En definitiva una cinta interesante a priori con un buen análisis sobre el poder del mundo de la publicidad que logra distraer y dejar satisfecho al espectador.
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