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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con películas espectaculares como esta de la M.G.M. se puede apreciar el tono y el sello que las grandes productoras supieron dar a los grandiosos films en los años dorados de Hollywood.
Este es el ejemplo típico de esa famosa casa, que a finales de los años cincuenta, asegurada ya la gran pantalla del CinemaScope, produce una cinta que mezcla bien los elementos bélicos con los sentimentales, el melodrama con la acción, la literatura y el espectáculo, con la mente siempre puesta en su éxito sempiterno, Lo que el viento se llevó (1939), con su duración excesiva, su colorido brillante o su música ciertamente muy apasionada.
En general la película tiene una indudable solera que le da la presencia del veterano director Edward Dmytryck, pero esto no es bastante para apuntarse un tanto, en la historia del cine hace falta más.
Tal vez lo de menos sea la personalidad de su director, el buen artesano y gran profesional que es Edward Dmytryck, sino más bien el típico estilo del cine del viejo Hollywood, tan presente en todo el film.
El guion de Millard Kaufman está basado en uno de los best sellers norteamericanos que se ha desarrollado en el ambiente de la Guerra de Secesión, escrito por Ross Lockridge jr.
Todo gira alrededor de un hombre que buscó el árbol de la vida: la felicidad.
El condado de Raintree, que es la traducción del título original, es el lugar en donde generalmente transcurre la acción, en vísperas de la Guerra civil americana, en un apacible enclave de Indiana donde está produciéndose un desusado acontecimiento: Johnny Shaughnesey, hijo de un modesto comerciante, que acaba de terminar sus estudios superiores, contrae matrimonio con Susana Gray, la hija de un poderoso senador por Georgia, que ha fallecido recientemente.
La gran fortuna que Susana ha heredado, eleva a Johnny a unos ambientes para él insospechados: los del antiguo Gran Sur; es el enfrentamiento de una vieja aristocracia agrícola y panadera con la economía de los estados industriales del Norte.
Será necesaria una sangrienta guerra para abatir a toda una generación sureña de grandes damas y nostálgicos caballeros.
Un hombre que está señalado por los demás para que un día su nombre aparezca en el libro de la historia del condado, para pasar a la posteridad.
Nada importa su felicidad, la historia le exige, pero Edward Dmytryck no se explaya en su entrega para el pueblo, si no en su historia para el amor que no sabemos hasta que punto pertenece a Susana o a Nell Gaither su antiguoamor de juventud.
He aquí el nudo de la intriga, que se adorna con un colorido extraordinario que ha conseguido el CinemaScope con una fotografía de Robert Surtees bastante buena que ayuda a ello.
En Johnny Green, el compositor de la banda sonora, hay madera sin duda dentro del cine auténticamente norteamericano y la canción que canta Nat King Cole tiene finura y un sentimiento magnífico, su música encaja perfectamente en esta clase de cine.
El reparto responde a las exigencias de estos tiempos, con una Elizabeth Taylor que va avanzando en destacar por su talla artística, como ya lo demostró en La gata sobre el tejado de zinc (1958), el siempre excelente Montgomery Clift, a pesar de lo esquemático de su personaje, Eva Maria Saint cumple con gran perfección en su papel y la estupenda eterna secundaria de Agnes Moorehead, junto a unos jóvenes Lee Marvin y Rod Taylor.
Sobresalen en lo negativo su excesivo tono melodramático, los diálogos demasiado largos y algunas escenas de acción poco cuidadas por el ucraniano Edward Dmytryck, un director que prefiere las situaciones íntimas a las de acción.
Laurel de oro para Elizabeth Taylor. Nominada al Oscar Elizabeth Taylor, la música, los decorados y el vestuario. Nominado al Globo de oro Nigel Patrick como actor de reparto.
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