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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque no con pleno convencimiento de lo que se trata de demostrar, pero esta película no pretende enseñar cómo de cualquier hecho extraído de la realidad o no, con tal de que sea diferente o algo que se salga de lo cotidiano, puede atraer la atención del espectador de una sala de cine y así cubrir la sesión correspondiente,
En la prisión de Arizona se encuentra recluido Cully Briston, que cumple una condena de cinco años y no se lleva muy bien con el sargento de guardia, quien al encontrarle una botella con una bebida alcohólica, lo manda el pabellón de aislamiento.
Al llegar allí ve que los presos se han apoderado del bloque y han tomado a los guardias como rehenes para exigir un mejor tratamiento.
Entre tanto el líder de esta revuelta tiene un plan secreto para escapar con algunos reclusos y le pide a Cully que se una al grupo.
Este hecho, tan insólito en nuestros días, como un simple motín en una cárcel, sobre todo si es norteamericana de los que suelen aparecen en las páginas de los periódicos en la sección dedicada a los sucesos, porque es algo que no se da todos los días.
Esto que en sí puede atraer, se analiza tiene una cierta emoción, saber el desenlace si finalmente quiénes de los amotinados alcanzarán la libertad o quiénes caerán en el intento.
Antiguamente existía el Código Hyes que exigía mostrar que la justicia siempre gana.
Pero también hay que tener en cuenta que en este tipo de acciones hay muchos tiempos muertos en los que no pasa nada, hasta que se llega a ese final y que se precisa rellenar de alguna manera.
Ahí puede estar la habilidad del guionista y de un gran director unido al resto de su equipo para lograr una buena película que no resulte aburrida.
El director Buzz Kulik cuando hizo 'Motín' (1969) ya había realizado varias series de televisión y algún que otro film no demasiado brillante, demostrando hasta ahora que no es ciertamente un realizador muy inteligente a la hora de la puesta en escena y de seleccionar cual es el mejor plano o las mejores imágenes.
Aquí le ha faltado ese talento para imprimir a esta cinta el ritmo adecuado, y darle una puesta en escena de más categoría, como sucede con los grandes maestros.
Buzz Kulik se ha quedado a mitad de camino y por eso la película interesa a ratos y en otros, en cambio, notamos la falta de un aliento que mantenga el interés totalmente ante un film-crónica de los muchos de este tipo ofrecidos por el cine negro.
Tiene un guion con algún que otro bache e interpretación un tanto forzada de Jim Brown y más destacable en los casos de Gene Hackman y Ben Carruthers.
Interesante resulta la producción de William Castle.
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