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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tanta agua se ha sacado ya del pozo de la comedia española que posiblemente algún día se agote. Quizás esté ya dando síntomas de que el filón no le queda mucho, ya que cada vez los largometrajes van siendo más insulsos y con menos gracia.
En esta ocasión, basándose en una comedia de Jaime de Armiñán, no de las mejores, se ha intentado sacarle partido a base de utilizar como principal atractivo y cabecera del cartel el popular Alfredo Landa, actor encasillado en el género, que pensamos está llegando ya a su final en esta faceta, como en su día ocurrió con Gracita Morales, que prácticamente, de la noche a la mañana, ha dejado de ser una actriz comercial y ha desaparecido de la cabecera de los repartos.
El argumento es flojo, con situaciones tópicas, manidas y faltas de gracia e inspiración.
Si a esto se añade la utilización de pocos escenarios, ya que la obra tiene tufillo teatral o televisiva, un reparto de figuras poco cotizadas, una dirección endeble que no hace nada por conseguir el ritmo cinematográfico y salvar el bache gordíano que la cinta tiene en el centro, tendremos que los resultados son de lo más pobre que hemos visto últimamente en este género de la comedia española, cine que si bien no tiene pretensiones artísticas, lo cual sería pedirle peras al olmo, al menos se le podría pedir comercialidad, cosa de la que pensamos tampoco anda muy sobrada que digamos.
Exhibicionismo femenino, frases de doble sentido, son algunos de los reparos a apuntar en el aspecto moral del film.
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