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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dentro del panorama del cine español en los años 50, Ladislao Vajda, director húngaro afincado en España, era de los pocos que sin brillar a gran altura, conocían bien el oficio fílmico, cosa que no era frecuente entre los nuestros.
A él le fue encomendada la realización de esta película policiaca cuya base argumental está en la novela de Friedrich Durremantt que tiene su punto de partida en el misterioso asesinato de unos niños.
En una pequeña comunidad rural, un vendedor ambulante descubre en el bosque el cadáver de una niña de ocho años cruelmente degollada con una navaja de afeitar, que continúa la serie sangrienta de los cometidos en otros cantones suizos.
Es éste el tercer crimen de las mismas características que es cometido en los últimos cinco años.
La policía cree tener resuelto el caso con la detención del buhonero que descubrió el cadáver, pero el inspector Mattei, que está a punto de jubilarse, renuncia a su puesto ya que tiene dudas de que el principal sospechoso sea el culpable, ya que está muy convencido de su inocencia, por lo que decide investigar por su cuenta.
Si el verdadero asesino continua libre, puede volver a matar en cualquier momento.
El inspector de policía Mattei tan sólo cuenta para poder atraparlo con las vagas pistas proporcionadas por las compañeras del colegio de la última de las víctimas, principalmente el dibujo que ha hecho una de ellas.
Por otra parte le pone el cebo, al que hace alusión el título que se le ha dado en España.
Cuenta esta película con los elementos suficientes para ser una estupenda producción, con un guion inteligentemente concebido, lleno de interés, no sólo en el desarrollo policiaco de la trama sino también en los valores humanos que entran en juego, al tratar un tema de por sí difícil e ingrato con exquisita corrección y delicadeza, obviando cuanto de morbo y violencia podía haber.
Está bien estructurada la trama policiaca, con cierta originalidad en el mecanismo que conduce al inspector en busca del asesino.
Sin embargo el guion, a la hora de trenzar las situaciones no le saca todo el partido posible a la emoción y el suspense que el tema requería.
Ladislao Vajda desarrolla su labor con artesanía, sin destellos de brillantez, e incluso con algún bache de ritmo, pero en general supo preocuparse por el desarrollo de la narración y el interés dramático, con buena idea del encuadre, la colocación de la cámara y el cuidado del detalle.
Un buen trabajo de los actores en general cumpliendo con sus respectivos cometidos que matizan todos los extremas para dar la necesaria emoción a esta historia.
Premio Saint Jordi a la mejor película, dirección, guion y fotografía. Premio de la Asociación de los críticos alemanes a Gert Fröbe. Participó en el Festival de cine de Berlín.
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