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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacer de nuevo Hamlet en cine suponía un gran desafío tras las versiones de Laurence Olivier, Grigori Kozintsev, Tony Richardson, C. Coronado y Franco Zeffirelli.
Había que dar algo más o algo nuevo.
Hamlet, príncipe de Dinamarca, cae en una profunda melancolía tras la muerte de su padre.
El fantasma de éste le revela que fue asesinado por su hermano y actual rey, quien posteriormente se casó con la reina Gertrudis, madre de Hamlet.
Haciéndose pasar por loco, el joven esperará el momento de poder vengarse.
En este caso la versión completa del texto, tanto doblada como en el idioma original, en España tan sólo la pueden disfrutar los habitantes o visitantes de Madrid y Barcelona.
Para los demás mortales del resto de España esta novedad no tiene sentido porque se nos ofrece una versión que es justamente la mitad en duración.
No obstante nos quedan otras facetas como el traslado de época, de la Edad Media al Siglo XIX, que la hace más vistosa en decorados y vestuarios al tiempo que más espectacular e imaginativa, lo que para una obra compleja que se basa fundamentalmente en la palabra, es importante.
La posible teatralidad se combate con una gran agilidad y movilidad de la cámara, haciéndola más cinematográfica.
Ahí están algunas escenas, como el recurso del fantasma al salir de la propia estatua del rey, el dinámico duelo que recuerda los del mejor cine de capa y espada o el espectacular asalto final al palacio.
Todo esto no quita que se respete el texto, que los monólogos resulten muy bien montados y dichos, como el original "ser o no ser", recitado frente a un espejo.
Ese genial guionista que ha resultado ser para el cine William Shakespeare posiblemente echara el resto a la hora de crear a Hamlet, tal vez su figura más compleja y profunda, a la que rodeó de todos los ingredientes de las mejores obras: amor, ambición, locura, sexo, intriga, crímenes y violencia.
Puesto todo esto en manos de un especialista en Shakespeare como es Kenneth Branagh, tanto en los escenarios como en el cine donde debutó con 'Enrique V' (1989), abundó con 'Mucho ruido y pocas nueces' (1993), para coronar ahora en 'Hamlet El honor de la venganza' (1996), el resultado tiene que ser como poco interesante. Y así es.
Perfecto conocedor de la obra, mantiene el ritmo con una puesta en escena fluida que resulta de lo más cinematográfica.
Se apoya en el dinámico montaje y la riqueza visual del vestuario y los decorados para potenciarla, y completa con el duelo de Hamlet y Laertes.
En el capítulo interpretativo auna los mejores actores del cine inglés y americano en un reparto espectacular (lástima que algunos desaparezcan en la versión abreviada).
Comenzando por el propio Kenneth Branagh que hace un irónico Hamlet con una edad perfecta, hay que pasar a la sólida, segura y recuperada Julie Christie que, junto con Derek Jacobi, están espléndidos, sin desmerecer Kate Winslet en una Ofelia muy joven o en sus breves apariciones Charlton Heston, Jack Lemmon, Robin Williams o Billy Crystal.
Kenneth Branagh nos brinda así un hermoso y majestuoso Hamlet, clásico y contemporáneo a la vez, que merece la pena verse, aunque sea abreviado.
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