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CRITICA
Por: PACO CASADO
Criticar una película del clan constituido por Pedro Masó y Pedro Lazaga se está convirtiendo en algo así como comentar un western europeo, ya que todos son iguales.
Están realizadas con un tipo de cine standard, que no dice nada, que no se compromete, que únicamente va buscando una cierta corrección formal, digamos en términos vulgares "que se vea" que con eso es suficiente.
Realizando más de media docena de films al año, realmente no se puede pedir que se derroche mucho talento en cada uno de ellos, ya que materialmente no tiene Pedro Lazaga ni tiempo para prepararlos.
No ha terminado de rodar una cuando ya tiene otra en puerta.
Los guionistas paren guiones como si fueran conejas, en partos múltiples.
Así les luce el pelo.
Un grupo de amigas de clase media adinerada, solteras, casadas y viudas, inseparables juntas y, en el fondo enemigas, cuando se separan, viven un ambiente agitado, cosmopolita y luminoso sin que les falte a cada una el problema íntimo del hogar.
Todas ellas son señoras de buena posición y ninguna es especialmente inteligente, todas gozan de la maestría de despellejar al prójimo.
Están Cuqui, la gorda, siempre envuelta en brillantes.
Pochola y Verónica, llamadas "las íntimas", con la peor intención.
Sonsoles, una viuda millonaria a la que todo hombre que se le acerca es para robarle.
A estas mujeres, desde niñas, solo les enseñaron una asignatura: la maledicencia.
El guion, como otros tantos de esta clase de cine de comedia, gira en torno a tres parejas y en sus reacciones para definir el carácter, sincero a veces, fingido otras, de las circunstancias que les rodean.
Las comedias de Pedro Lazaga son un típico producto para público burgués, que tan sólo sale de casa para olvidar preocupaciones; el marido se divierte con los chistes y las situaciones más o menos atrevidas con cierto picante sin llegar mucho más allá de lo permitido por la censura y sin ser groseras, como ocurre en otras cintas españolas: mientras que la esposa se distrae contemplando la última colección de modelitos que lucen las actrices de turno, que casi siempre son las mismas, el marido lo hace con las escenas atrevidas.
Ciertamente sabemos que hay personas que van al cine sólo para ver los modelitos, ya que no les interesa lo más mínimo los manidos argumentos.
Esto puede dar idea de lo que realmente es una película de Pedro Lazaga; es algo así como una revista de esas que salen todas las semanas, que se hojea sin un gran interés, ya que no hay nada que leer que realmente tenga interés en ellas.
Aburridas situaciones, faltas de algo que merezca la pena, con secuencias mal construidas propias de un producto standard, tales como la escena del flamenco en esta ocasión, realmente horrible.
Lástima de reparto desaprovechado.
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