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CRITICA
Por: PACO CASADO
Conociendo la película 1984, basada en una novela de George Orwell, no podíamos imaginar que este autor fuera el responsable de una obra tan ingenua y previsible como ésta.
En Londres, en los años 30, una pareja trabaja en una agencia de publicidad, ella dibujando y él creando las frases que acompañan a los anuncios. Pero, justo cuando es ascendido de categoría y sueldo, decide marcharse para vivir de la poesía. Seguir su sueño no le sale bien y tras llegar a los más bajos peldaños, sin dinero y sin trabajo, decide volver a instalarse felizmente en la sociedad de consumo al lado de su novia.
No tiene esta novela de Orwell el mordiente de otras suyas, aunque trate de hacer una denuncia de la hipocresía de la clase media británica de aquellos años a través de este aspirante a poeta que tras romper con su trabajo decide volver a su acomodada situación. De paso se toca también el amor, el poder del dinero y el sexo, pero de manera ligera y superficial.
El encargado de llevarla al cine es el director Robert Bierman (El beso del vampiro) que lo hace de forma pulcra y clásica, por otro lado habitual en el cine británico, pero sin fuerza.
Al guión le falta mordiente resultando una de las cintas más tontitas y anodinas que hemos visto en muchos años.
A ello contribuye también la puesta en escena con su ritmo cansino y la actuación de los actores, que se limitan a hacer sus papeles de manera funcional y mecánica. Lo mejor, la inspirada banda sonora de Mike Batt.
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