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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es indiscutible que el cine es imagen y el teatro es palabra y no siempre, cuando se trata de hacer una película de una obra teatral, sale cine, a menos que no se respete el texto escénico.
Algo de esto ocurre con esta obra de David Mamet, escrita en 1975 y puesta en imágenes por un hombre de teatro como Michael Corrente, que hace su segunda película, ya que el guion, al parecer, respeta en exceso la obra de teatro, que se desarrolla casi toda ella en el decorado de una tienda de antigüedades y con tan sólo tres actores en escena, que gira en torno a temas como la amistad, la ambición y la traición.
Don Dubro es el dueño de esta chamarilería, y su amigo Dishevelled Teach, ha vendido una moneda a más bajo precio del que tiene en realidad y cuando se da cuenta trata de recuperarla robándosela al hombre que se la vendió, por lo que planean el robo con la ayuda de Bobby, un quinceañero ex-drogadicto.
Cuenta para ello con este chico de los recados, pero se mete por medio un amigo que pronto se hace con la situación y prescinde del pequeño para repartir entre los dos.
Todo el tiempo se pasan esperando a un tercer ladrón que les ayudará a efectuar el robo y mientras tanto vamos conociendo la condición de cada uno de los protagonistas.
Para el primero la amistad está por encima de todo, para el segundo cuando hay negocio de por medio hay que dejar a un lado la amistad y dar paso, si es necesario, a la traición.
Michael Corrente trata de disimular el origen de la misma manejando hábilmente la cámara, pero pesa en exceso el texto a la hora de ponerlo en imágenes, sacando a flote como mejor virtud la estupenda interpretación que obtiene de los tres únicos actores que intervienen en este film de bajísimo presupuesto y escasa ambición comercial.
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