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CRITICA
Por: PACO CASADO
'El arte de amar' (1965) es una buena película que cumple exactamente las reglas de la comedia de enredo, con situaciones de doble sentido, juego con los personajes, crítica de la realidad circundante e incluso parodia de sí misma.
Cuando estos ingredientes se dan, la comedia cumple su función de hacer reír viendo la realidad desde una postura distinta.
Paul Sloan es un pintor norteamericano que reside en París, compartiendo piso con su amigo Casey Burnett, un escritor al que no le va bien, como a Paul que se siente un fracasado porque nadie quiere comprar sus cuadros.
Un comerciante le comenta que las obras de un artista son más buscadas cuando éste ha muerto.
Un día junto con su amigo Casey finge su propia suicidio para que el valor de sus obras se vea incrementado.
Ayudado por su compañero de apartamento redacta una carta de despedida que dará lugar a numerosos malentendidos.
Comedia de enredos cuya trama se basa en el presunto suicidio de un pintor que sólo cuando el público cree que ha muerto ve cómo sus pinturas se venden mejor, situación que aprovecha su amigo, para vivir sin estrecheces y sin escrúpulos, puesto que hasta llega a quitarle la novia.
Todo ello ambientado en un París frívolo, pero siempre visto humoríticamente.
El tema de este film es el de la incomprensión de los artistas en la sociedad y la idea núcleo la consagración más allá de la vida, precisamente cuando el artista ha muerto.
La sociedad está dispuesta a inmortalizar a un artista muerto, pero no a uno en vida.
El impacto está en la influencia de la prensa sensacionalista, en ese juego morboso de las revistas de crímenes que cada vez llenan más las salas de los juicios de un público expectante. Norman Jewison maneja con eficacia estos temas sin divagaciones, sabe introducir la anécdota amorosa y aligera las escenas finales llenas de comicidad.
Buena comedia basada en los actores, con una labor interpretativa francamente acertada que consigue que sea vista con interés y sin pestañear.
Posee un excelente guion escrito por Carl Reiner lleno de ingenio y de jocosas situaciones.
El mejor de los actores nos parece Dick Van Dyke.
La dirección de Norman Jewison es estupenda y acertado el colorido de la fotografía de Russell Metty, que contribuyen a lograr una divertida comedia sin más complicaciones que la de entretener.
Fue nominado al premio Laurel de oro el actor Dick Van Dyke.
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