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CRITICA
Por: PACO CASADO
Uno de los atractivos de esta película es el debut como director de largometrajes de Jake Scott, que comenzó como actor aún siendo niño en 'Los duelistas' (1977), dirigido por su padre Ridley Scott, y ha querido comenzar su carrera también como su progenitor con un film de época, aunque la técnica empleada en su realización se acerque más a la de su tío Tony Scott.
El guion se inspira libremente en la historia real de dos bandidos que robaban en la mitad del siglo XVIII en la Inglaterra georgiana, que tenían un pacto de caballeros y que se complementaban perfectamente unidos por la codicia y la necesidad.
Uno provenía de la clase baja y ponía su astucia e inteligencia, el otro era un noble, venido a menos, que daba la información acerca de los de su clase para ser asaltados posteriormente en los caminos.
Cada uno tenía una meta muy distinta a conseguir aunque de algún modo no hacían más que luchar contra las injusticia y la tiranía de la época.
Por medio se mete Lady Rebeca, una joven rebelde y aventurera, que no duda en unirse a ellos.
La cinta cuenta la historia de la lucha social desde la perspectiva de la clase baja y junto a una buena reconstrucción de la época en decorados y vestuarios nos sorprende con algunos anacronismos, contrastes pretendidos, como introducir música disco contemporánea de fondo de los bailes de los elegantes salones en lugar de los clásicos minuetos y algunas otras salidas de tono que, lejos de ser fallos, le dan una viveza a una producción de aventuras, divertida, bien construida, sobre todo para ser una ópera prima.
Robert Carlyle y Jonnie Lee Muller se ensamblan muy bien a sus respectivos papeles, con una fotografía muy lograda de John Mathieson para lo que se pretendía, que ayuda estupendamente a su ambientación.
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