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CRITICA
Por: PACO CASADO
Décima película de este soberbio director y primera que vemos en España, en la que toca un interesante tema que tiene conexiones con nuestro país.
Trata de los otros habitantes de la ciudad de Nueva York, los emigrantes de todas las nacionalidades que se han visto obligados a echar allí sus raíces.
Los que más abundan son los italianos y los chinos, que tienen sus comunidades propias, pero los españoles o los serbios, como son los dos perdedores protagonistas de este film, no.
Alonso es un español que lleva allí algún tiempo.
Tiene un bar y vive con su madre ciega que añora volver a su patria, tener su casa, su pozo, un naranjo y una mesa de piedra. El otro es Bayo, un montenegrino, acogido por el primero a cambio de que le limpie el establecimiento.
Han hecho una buena amistad.
Un día su familia compuesta por su madre y tres hijos se presenta allí.
Por el camino pierde al segundo de los niños.
El problema se agudiza, pero también se abre un horizonte de esperanza.
El tema es bien conocido por Goran Paskaljevic, exiliado desde hace cuatro años de su país.
En las muchas veces que visitó Nueva York descubrió este problema que se ha convertido en el tema de su cinta.
Es la historia de la amistad entre estos dos hombres que el destino los hace amigos, y de las personas que les rodean que, a veces, sienten nostalgia por haber salido de su tierra, tienen problemas de adaptación al lugar y al idioma, sobre todo los mayores, mientras que los más jóvenes ven en ello una puerta hacia el futuro, un porvenir por delante y una oportunidad para convertir en realidad el sueño americano.
Es un retrato intimista, dividido en dos partes, una más cómica al comienzo, otra más realista y trágica al final con sus pinceladas sentimentales.
En el equipo técnico se llegaron a reunir personas de hasta 17 nacionalidades diferentes, entre ellos el actor Tom Conti, americano de origen italiano, la española María Casares o los yugoslavos Zorka y Miki Manojlovic, madre e hijo de verdad, que hacen un buen trabajo, dando a sus personajes emoción, ternura, dignidad, gracia y desesperación sin perder la humanidad.
Goran Paskaljevic dice que hace cuentos que cuentan la realidad y como tal tiene que terminar en una fantasía.
Esta cuenta se desarrolla en un bar del que es propietario el español Alonso cuya madre es ciego que le ayuda a regentar el establecimiento.
En él se desarrolla esta historia que cuenta algo sobre Alonso y Bay sobre el sueño americano.
Ganó el Premio del público en la quincena de realizadores de Cannes. Golem al mejor actor (M. Manojlovic) en el Festival de Praga y Espiga de Oro en la Semana de Valladolid.
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