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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director italiano Elio Petri actualmente goza de un gran prestigio en su país.
Con ocho años de retraso llega una de sus primeras obras 'El asesino' (1961) que es una cinta característica de un director que comienza su carrera, ya que se trata de su ópera prima, con los consiguientes problemas de estilo y con ciertas dudas de carácter expositivo.
Con un método de puesta en escena que recuerda al de Pietro Germi en 'Un maldito embrollo' (1959) y con un personaje que recuerda a otros precedentes, también interpretados por Marcello Mastroianni, Elio Petri en esta cinta se centra en un estudio de la sociedad italiana, en un hombre medio, un vividor, pero representativo de una forma de ser de esa sociedad a la que pertenece.
Se trata de Alfredo Martelli, un anticuario, que se hace pasar por un hombre educado y un gran caballero.
Prepara sus maletas para acudir al lado de su novia, con la que piensa casarse enseguida, pero en el mismo momento de salir, la policía se presenta en su domicilio y sin justificación aparente es conducido a la comisaría.
Allí es acusado de haber matado a su amante.
Poco a poco vamos descubriendo, a través de la investigación, algunos detalles de su vida que desconocíamos.
Si ya de por sí el guion resultaba un poco embrollado y en cierto modo confuso, la realización que lleva a cabo Elio Petri en vez de clarificarlo, contribuye a hacer más confuso si cabe, con unos saltos atrás metidos a menudo de forma poco justificada en ningún momento.
En realidad 'El asesino' (1961) no es más que una película aún inmadura propia de un primer largometraje, tanto en su argumento como en sus personajes e incluso en el tratamiento que finalmente se les ha dado.
Tiene por otra parte el valor de poseer una gran sinceridad y una buena dirección de los actores.
En definitiva se trata del descubrimiento de la personalidad de un nuevo director como es el caso de Elio Petri que más tarde daría interesantes productos cinematográficos, como los que hemos apuntado más arriba.
El film se sigue con simpatía, sin que canse en el ánimo del espectador, porque en él se observa que detrás hay un autor inteligente.
Salvo Randone consiguió el Nastro d'argento como mejor actor secundario.
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