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CRITICA
Por: PACO CASADO
Steven Soderberg se dio a conocer como un director de cine independiente con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), pero después ha resultado ser bastante irregular.
El ganador del Oscar por 'Traffic' (2000), nos llega ahora con esta historia en blanco y negro en la que trata de evocar las producciones de cine negro y de espías de los años 40 y 50, adaptando la novela de Joseph Kanon, ambientada en 1945, en el Berlín de posguerra en el que se van a reunir Truman, Churchil y Stalin, representantes de las grandes potencias, para decidir el destino de la Alemania derrotada, en la Conferencia de Paz de Postdam.
Allí acude para cubrir la información Jake Geisman, un reportero convertido en oficial del ejército norteamericano que ya pisó aquel suelo en su día y donde dejó a Lena Brandt, una ex-novia que ahora encuentra como pareja del cabo Tully, su chofer, un pillastre sin escrúpulos, aficionado al contrabando, capaz de vender cualquier cosa en el mercado negro, que un día aparece con una bala en la espalda y cien mil dólares en el bolsillo.
Jake se extraña que ni rusos, ni americanos, le den la menor importancia a este hecho, mientras la policía se dedica a cazar a los criminales nazis, lo que le mueve su curiosidad periodística y cada paso que da en la investigación del caso le conduce a Lena, una judía que algo tiene que ocultar que todos desean tener.
Un insólito triángulo a partir del cual se va desvelando una sarta de mentiras, de intrigas, de misterios y siempre con las sucias artimañas de las superpotencias como telón de fondo en un Berlín en ruina.
Un thriller político pasional que homenajea a las películas de ese género de aquella época, en espléndido blanco y negro y llevada a cabo con la técnica de entonces que es lo mejor del film, ya que el guion de Paul Attanasio no es capaz de poner muy en claro la intriga que desarrolla la novela de Joseph Kanon, siendo este aspecto por donde falla esta cinta.
El argumento es poco esclarecedor, ya que complica una trama que debería haber sido más sencilla que le permitiera al espectador disfrutar de la intriga.
En su lugar ha de conformarse con la actuación de los actores, sobre todo de una estupenda Cate Blanchett, un frío George Clooney y un interesante pero breve cometido de Tobey Maguire, aunque nadie se pueda creer que sea el amante de Cate Blanchett, pero capaz de cualquier cosa con tal de salir de allí.
Al irregular Steven Soderberg se le nota más preocupado por la forma, por copiar la estética propuesta, llena de nostalgia, que por el contenido de la trama que se torna confusa con demasiada frecuencia, siendo menos interesante el contenido que el envoltorio al que pertenece la banda sonora de Thomas Newman que también trata de imitar la música de la época.
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