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CRITICA
Por: PACO CASADO
Este verano parece que viene cargado de películas de ciencia ficción con temática proveniente del espacio, ya sea en forma de meteorito o acudiendo a colonizar un mundo exterior como sucede en esta versión cinematográfica de la serie televisiva de los años sesenta creada por Irwin Allen, que emitió el canal de la CBS entre 1965 y 1968.
Aunque se haya conservado el espíritu y la esencia intacta, así como los personajes y el sentido de unidad de la familia, necesariamente ha de haber un abismo entre los decorados de cartón piedra en blanco y negro de entonces y los abundantes efectos especiales de superlujo de ahora, en el film más caro de una productora independiente en este género, hasta ahora.
La familia Robinson es elegida para colonizar Alpha Prima.
Ellos son la esperanza de la humanidad al explorar el espacio para darnos una última oportunidad pero el maléfico doctor Zachary Smith provocará un sabotaje que hará que queden perdidos en el espacio.
Después de eso tan solo les queda esperar vivir lo suficiente como para encontrar el camino de vuelta a casa.
Uno de los encantos de la cinta es la ausencia de una violencia sádica y la ingenuidad de su trama, sin complicaciones, hasta los minutos finales en que entran las coordenadas de jugar con la máquina del tiempo y estropea el sentido lineal de la trama, sacándose de la manga salvar a algún personaje con ese viejo truco y deja el final abierto para una posible continuación.
Bastante conseguidos los efectos especiales, una interpretación correcta de los actores, espectacular la música de Bruce Broughton, y una brillante fotografía de Peter Levy que saca buen partido de los abundantes medios puestos a disposición por la producción, son sus valores más positivos.
Premio ASCAP a la música. Premio a Lacey Chabert como actor de reparto en The Stinkers Bad Movie Awards. Premio Yoga a William Hurt.
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