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CRITICA
Por: PACO CASADO
A pesar de ser la séptima película que realiza el autodidacta director holandés Jos Stelling, y haberse convertido en autor de culto, sin embargo es la primera que se exhibe en las salas españolas.
A finales del siglo XVI, el protestantismo es perseguido y la insatisfacción general con el gobierno católico de los Habsburgo en los Países Bajos origina saqueos y vandalismos a gran escala en las iglesias, sólo endureciendo la Inquisición española, destruyendo la Guerra de los ochenta años en Flandes, 1568.
El ministrel italiano Campanell, dice que persiguió a un ladrón holandés que robó un cáliz de oro.
En ella se expone el mito medieval que tantas veces ha sido tratado por literatos, como Víctor Hugo, Lord Byron, Edgar Allan Poe, o músicos, caso de Ricardo Wagner con una ópera, y hasta el propio cine en 'Pandora y el holandés errante' (1951), donde se tomaba el espíritu del mito medieval del marinero que vaga por los mares condenado eternamente a la inmortalidad.
Jos Stelling no ha querido basarse en ninguna de las obras que ya existen sobre una de las grandes leyendas europeas, sino tratarla de nuevo, por lo que trabajó durante siete años en la forma que había de darle para recrear una historia totalmente original.
Así el film se estructura en un prólogo, tres capítulos que van referidos a los elementos naturales (tierra, agua-fuego, aire), y un epílogo.
La historia se ambienta en los Países Bajos, en pleno siglo XVI, durante la dominación española y las duras guerras de religión de la época.
Un trovador cuenta a un niño, que cree que su padre ha muerto, que vive, y navega por el océano en una barco de velas rojas y largos mástiles negros con un león de un sólo ojo situado en la proa.
Cuando es mayor se marcha en busca de su progenitor convirtiéndose él mismo en el holandés errante.
Con este relato, un presupuesto de 750 millones de pesetas y realizada en coproducción, se ha pretendido hacer una producción comunitaria, europea, de "qualité", para luchar contra el cine norteamericano, y una vez más se han equivocado.
Porque lo que se ha logrado es un extraño híbrido mezcla de narración medieval, drama de corte histórico y aventurero que se queda a la mitad del camino.
Quiere ser muchas cosas a la vez y no es ninguna de ellas, llena de imágenes tenebristas con la pretensión de ambientarnos en la forma de vivir de la época a base de excrementos y suciedad por doquier, y en la que falta un poco de amor y de poesía.
El guion es el principal culpable, ya que no clarifica a los personajes, ni alguna de las situaciones.
La realización le da un ritmo cansino a las dos horas largas de proyección que se convierten en tediosas.
Los actores hacen lo que pueden con sus papeles, caso de Nino Manfredi en el trovador italiano que narra la historia.
El resultado es una cinta que no está lograda en sus propósitos.
Ganador de cuatro premios Camerimage.
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