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CRITICA
Por: PACO CASADO
El enorme éxito obtenido por "Love Story", primero como novela y posteriormente en la pantalla, constituía una gran tentación con vistas a finalizar la ya casi inevitable continuación o segunda parte de la película.
Tal vez por el carácter cerrado de la historia original (ya que finalizaba con la muerte de Jenny - papel que interpretaba Ali McGraw- víctima de la leucemia), o bien porque guionistas y productores han desechado la idea de repetir aquel impacto (cosa harto difícil, por otra parte), pensando quizá que las circunstancias han cambiado, lo cierto es que han transcurrido ocho años desde que Arthur Miller realizara la mediocre versión cinematográfica de la melodramática y sensiblera novela de Erich Segal.
El largometraje comienza con el entierro de Jenny, para retomar la acción dos años después.
Oliver, obsesionado con su recuerdo, va saliendo poco a poco gracias a la ayuda de sus amigos y del psicoanalista, del aturdimiento en que se encuentra y, tras una fallida relación con una importante mujer de negocios, acaba por aceptar su papel de rico heredero, consiguiendo olvidar lentamente el recuerdo omnipresente de Jenny.
La historia gana en sobriedad y madurez, alejándose bastante, aunque no del todo, del romanticismo barato de su predecesora, pese a lo cual resulta un tanto monótona y alargada.
Candice Bergen aporta su espontaneidad y belleza, y Ryan O'Neal compone acertadamente su atormentado personaje.
Correctos los elementos formales y dirección bastante discreta.
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