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CRITICA
Por: PACO CASADO
Posiblemente los espectadores jóvenes de hoy no puedan valorar suficientemente el esfuerzo que se ha hecho en esta película a la hora de reproducir exactamente, cuidando al más mínimo detalle, el estilo de las comedias que estaban de moda al final de los cincuenta y comienzos de los sesenta, en los que Rock Hudson y Doris Day eran los amos de la taquilla y los reyes del género.
Desde los pizpiretas títulos de crédito, hasta los lujosos escenarios y decorados sofisticados, pasando por el vestuario, rico en diseño y perfecto en colorido, la utilización de la división de la pantalla todo es exacto.
No hay que olvidar la magnífica partitura de Marc Shaiman, que copia exactamente el estilo de música, hace cantar a los dos protagonistas, aprovechando que tanto Renée Zellweger en Chicago como Ewan McGregor en Moulin Rouge hacen sus pinitos o la estupenda mezcla de la canción Fly me to the moon que cantan por separado Frank Sinatra y Astrud Gilberto dándole un ritmo muy diferente y aprovechando la presencia femenina en pantalla o masculina según el caso.
El film no es más que la eterna lucha de los sexos, que reivindica la independencia femenina y ridiculiza el eterno machismo del donjuán conquistador y el feminismo de la mujer liberalizada que al final terminan ambos cediendo al amor, por mucho que ella predique todo los contrario, arriba el sexo y renunciar al amor, y él sea un casanova, conquistador irresistible, que trate de demostrar que esas teorías son falsas.
Simpática Renée Zellweger, un poco más sosito Ewan McGregor y estupenda la pareja de secundarios Sara Paulson y David Hyde Pierce.
Y para que nada falte de aquellas comedia, el breve pero estupendo cameo de Tony Randall, imprescindible en todas ellas, con un guión muy bien escrito, preciso y divertido, hábil y enrevesado mecanismo de relojería y una discreta dirección de Peyton Reed.
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