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CRITICA
Por: PACO CASADO
Steven Soderberg surgió en el mundo del cine con una película que llamó poderosamente la atención, 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo', hecha de forma independiente. Pronto la industria de Hollywood se propuso el fichaje del director.
Tras resistirse algún tiempo terminó cayendo en sus redes con títulos como 'Erin Brockovich', 'Ocean's eleven' o 'Traffic'.
Soderberg, tras esto, añora la libertad que le daba el cine independiente y con una cámara digital, poco más de dos semanas de rodaje y unos cuantos actores, enjareta esta historia que se desarrolla en los entresijos del propio cine en el que un productor invita a unos amigos a su fiesta de cumpleaños a la que finalmente no llega.
En las horas previas a este evento vamos conociendo a una media docena de personajes de este mundillo, sus problemas, depresiones, desencantos, todos ellos arquetipos de esta profesión, que se relacionan entre sí.
En su busca de temas nuevos Soderbeg no tiene demasiado claro este argumento en un guión que queda poco hilvanado, con poca personalidad y en definitiva no acaba de encontrar el camino que buscaba de encontrar algo original.
Esto mismo ya se ha visto en otros films anteriores y no llama la atención e incluso expuesto con más mordiente y claridad.
Un experimento, en definitiva, que por querer abarcar demasiado se queda muy a mitad de camino, llevado a cabo con más voluntad que acierto.
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