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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ambientada en una única habitación, justamente el salón de una casa, sigue a las numerosas personas que viven en ella a lo largo de los muchos años, por donde tiene lugar el paso de varias generaciones de la misma familia, desde el pasado hasta el presente.
El guion de esta producción está extraído de la novela gráfica creada por el escritor Richard McGuire, un habitual colaborador del periódico New York Time, que fue servida a los lectores del mismo los textos originales, plasmados en seis páginas en el año 1989.
Fue considerada, en su momento, como una obra transformadora cuya vigencia aún sigue siendo actual.
Hacía tiempo que no veíamos ninguna nueva película del notable director Robert Zemeckis, algo así como treinta años, y aquí se plantea un reto de lo más cinematográfico.
Planta una cámara al fondo de un gran salón de una casa y por delante de ella pasa el matrimonio de Al y Rose, su hijo Richard y su novia Margaret e incluso algún nieto.
Pero esto no es lo más novedoso, ya que eso puede hacer pensar que fuera una obra de teatro filmada en un casi único escenario, sino que la novedad está en el montaje, ya que de cada plano se delinea con fino trazo un cuadrado de algún aspecto del salón y de ahí parte el plano siguiente, bien sea de un objeto que hay en el mismo o de algún personaje que está allí en ese momento, que origina el siguiente plano de la acción.
Es una forma distinta que no recordamos haber visto nunca antes, lo que le da mucha movilidad a la historia que se nos va narrando en la que sucede el casamiento del hijo o la muerte de la madre, de algún otro miembro de la misma familia o el planteamiento de si vender la casa y mudarse a otra, como se propone el hijo, pero no tiene posibilidades económicas y tiene que seguir viviendo con los padres.
Este tipo de montaje no se le podía ocurrir más que a Robert Zemeckis, un director que es un apasionado de la tecnología y de los efectos visuales, que ha recurrido a esta innovadora herramienta de la Inteligencia Artificial que permite un rejuvenecimiento de los actores como ocurre aquí con Tom Hanks y Robin Wright, por ejemplo, cuya acción recorre varios años de sus respectivas vidas.
Se nos ofrece así una original historia de amor, de risas, de vida y de muerte que nos hace viajar desde el pasado con estos personajes.
Ciertamente el paso de las generaciones no engancha mucho al espectador ya que no se profundiza en ninguna de ellas de las que simplemente se nos presentan algunos fragmentos de su existencia.
En este nuevo film vuelven a coincidir el director Robert Zemeckis, el guionista Eric Roth, el músico Alan Silvestri y los actores Tom Hanks y Robin Wright, como hace treinta años lo hicieron en la cinta 'Forrest Gump' (1994), lo que añade una cierta añoranza de los años pasados al maduro espectador.
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