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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde que 'Easy Ryder' (1969) se puso de moda, las películas de carretera, han sido muchos los títulos que se han hecho con esa misma fórmula.
Y es precisamente la que ha elegido para debutar en la dirección David Winkler, hijo del famoso productor y director Irvin Winkler, y también para hacerlo como productora Priscilla Presley, la que fuera esposa del rey del rock.
La historia se repite, ya que su padre también empezó en el cine con una cinta de Elvis Presley, 'Doble problema' (Double Trouble) (1967).
'Graceland' (1998), para los que no sean expertos en esta figura de la canción, es el nombre de la mansión que le acogió en los últimos días de su vida y a donde se dirige un hombre que cree ser el mismísimo Elvis, que es recogido en la carretera por un médico joven, cuya mujer acaba de fallecer en un accidente.
Ambos personajes se van a consolar mutuamente en sus distintas desgracias a lo largo del viaje, a los que se une, casi al final, una cabaretera imitadora de Marylin Monroe en un concurso de famosos de Hollywood.
El guion se hace repetitivo en situaciones durante el trayecto, juega con la fantasía del personaje que interpreta Harvey Keitel, un actor de gran categoría pero que se está repitiendo demasiado en los repartos últimamente, que con su actuación hace más agradable una función lastrada por la inexperiencia de su director.
Curiosamente no abusa de las canciones de Elvis Presley.
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