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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las comedias coreográficas, esto es de muchos personajes, se han dado siempre en el cine.
Se elige a un puñado de actores y se les pone en una situación determinada y comienzan a suceder cosas en torno a ellos.
Eso ocurría en películas como "El mundo está loco, loco, loco, loco>" o más modernamente en "Loca academia de policía" y consiguientes secuelas.
Pues bien, si allí, y nos referimos a ésta última por ser una reciente, era una academia de policía, y después vino una academia de conductores, aquí y ahora, se ha elegido el gremio de los taxistas, mediante una cochambrosa compañía, la D.C. Cab, de viejos, desconchados y destartalados taxis e insólitos taxistas de las especies más variopintas.
A esta compañía llega un joven, hijo de un antiguo taxista y compañero, para incorporarse a la misma tras la muerte de su progenitor.
Para compensar la ayuda que le prestan, salva con sus ahorros la compañía en un momento determinado y a los hijos de un embajador en otro instante de la película.
Pero todos estos retales o situaciones, no están más que hilvanados en un guion muy flojo, inconexo o tal vez que trata de abarcar más de lo que podía, con un puñado de actores, casi todos ilustres desconocidos y apenas sin gracia en las diversas situaciones que plantea, cayendo en los tópicos de carreras, taxista homosexual y chica enamorada del protagonista, etc.
Joel Schumacher indudablemente, no ha sido llamado por el camino de la comedia.
No comprendemos cómo se siguen trayendo esta clase de largometrajes a España, que más bien son realizados para el consumo interior americano y en cambio se quedan fuera otros con directores de prestigio.
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