Título: | LA CONSPIRACIÓN | |
Tit. Orig.: |
THE CONSPIRATOR | |
Nacionalidad: | EE.UU., 2010 | |
Dirección: | ROBERT REDFORD | |
Guión: | JAMES D. SOLOMON. Argumento: JAMES D. SOLOMON, GREGORY BERNSTEIN | |
Fotografía: | NEWTON THOMAS SIGEL | |
Música | MARK ISHAM | |
Interpretes: |
JAMES McAVOY, ROBIN WRIGHT, KEVIN KLINE, TOM WILKINSON, EVAN RACHEL WOOD, JUSTIN LONG, DANNY HUSTON, JAMES BADGE DALE, COLM MEANEY |
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Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 7 AÑOS | |
Duración: | 122 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
El cine llamado de juicios suele tener unas características determinadas pero casi todas las películas de este género suelen ser más o menos iguales, aunque a veces, como es el caso, con la variante de ser sobre un hecho histórico.
Esta vez se trata del asesinato en 1865 del presidente Abraham Lincoln, durante la representación de una obra teatral y atentados simultáneamente al vicepresidente y al secretario de Estado, lo que constituyó el primer magnicidio político norteamericano.
El autor material de la muerte del presidente fue el actor John Wilkes Booth, además de una serie de colaboradores que conspiraron para derrocar al joven estado federal constituido tras la terminación de la Guerra Civil Americana, cuando aún estaban los ánimos exaltados, el odio y la venganza a flor de piel, hecho que puso en peligro la recién nacida convivencia política.
Entre los sospechosos se encontraba Mary Surratt, dueña de la pensión donde se reunieron los conspiradores, estando entre ellos su propio hijo John, el único que desapareció en busca y captura.
Ella fue inculpada injustamente y se convirtió en la víctima inocente de unos militares sedientos de venganza.
El tribunal estaba compuesto por oficiales del ejército pero el secretario de Guerra, Edwin Stanton, influyó en ellos para dar un castigo ejemplar, aboliendo los derechos civiles inalienables de los ciudadanos en favor de los intereses de estado.
La defensa corrió a cargo de Frederick Aiken, un capitán nombrado de oficio, que terminó creyendo en la inocencia de la mujer y de que todo ciudadano tiene derecho a un juicio justo por encima de la venganza.
Aiken defendió hasta el final la verdad y la justicia, sin que pudiera hacer nada sobre el veredicto en torno al cual el film nos da un doble final para crear un mayor suspense.
El guion, que fue escrito en 1993, hace una dramatización rigurosa del juicio del magnicidio, del sacrificio injusto de la ley y la justicia en pro de intereses más elevados, que termina siendo una didáctica lección de historia.
Tiene una impecable puesta en escena, exacta ambientación de la época en decorados y vestuario, favorecida por la estupenda fotografía.
Robert Redford, que como actor ha hecho varias cintas sobre temas políticos, también le gustan como director y las lleva a cabo sin trucos, con sobriedad y sin usar la sensiblería como sería fácil caer en este caso respecto al personaje de la acusada, dispuesta como madre a sacrificarse por salvar al hijo.
La película posee un notable reparto destacando la dramática actuación de Robin Wright, la seguridad de James McAvoy y la seriedad de dos veteranos como Tom Wilkinson y Kevin Kline.