Título: | MOONRISE KINGDOM | |
Tit. Orig.: |
MOONRISE KINGDOM | |
Nacionalidad: | EE.UU., 2012 | |
Dirección: | WES ANDERSON | |
Guión: |
WES ANDERSON, ROMAN COPPOLA |
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Fotografía: | ROBERT YEOMAN | |
Música | ALEXANDRE DESPLAT | |
Interpretes: | BRUCE WILLIS, EDWARD NORTON, BILL MURRAY, TILDA SWINTON, FRANCES McDORMAND, JASON SCHWARTZMAN, HARVEY KEITEL, BOB BALABAN | |
Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 7 AÑOS | |
Duración: | 92 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Wes Anderson es uno de los directores más singulares y heterodoxos, con un universo muy peculiar, cuyo cine gusta a sus seguidores e irrita a sus detractores, no hay término medio.
Este su séptimo largometraje fue seleccionado para inaugurar el Festival de cine de Cannes 2012 fuera de concurso y en él cuenta una historia, con algunos rasgos autobiográficos, según confesión propia, de dos adolescentes que se fugan para vivir su primer amor, él (10 años) de un campamento infantil y ella (12 años) de su domicilio familiar del que está deseando salir.
La acción se desarrolla en 1965 en una isla y comienza con la audición de la Guía de orquesta para jóvenes, de Benjamín Britten y acaba con la misma guía en torno a la partitura de Alexandre Desplat en la que vamos viendo cómo se van incorporando los distintos instrumentos de la orquesta para conformar la partitura (no se vayan y quédense a los créditos finales, es interesante).
Aquí continúa defendiendo la unidad de la familia, dentro de su mundo surrealista, y manteniéndose fiel a su estética, y a su universo singular.
Esta película es de las más asequibles de su filmografía, aunque el tercio final no hay quien se lo crea y es donde hace mayor presencia ese surrealismo de acciones y personajes, donde se produce el habitual desmadre que suele suceder en casi todos sus films, aunque en esta ocasión se muestra más contenido, pero no deja de ser por ello menos absurdo.
La vivencia de ese amor preadolescente es demasiado naif, ingenuo, sin interés, sin emoción, que no acaba de conectar con el espectador y a los pequeños actores tampoco se les puede pedir que se muestren como consumados profesionales como los son los adultos que componen un estupendo reparto de grandes nombres que seguramente han bajado sus emolumentos por trabajar con Anderson.
Como suele suceder en casi todos los títulos de su filmografía, en éste también se trata de un viaje iniciático, en este caso en un despertar a la vida de estos dos niños que exploran sin maldad el descubrimiento del primer amor, hermoso pero absurdo, como excusa para contar esta especie de cuento infantil de quimeras, utopías y añoranzas, que no interesa a los niños, que va más bien dirigido a los adultos.
A lo largo de sus desarrollo se deslizan algunas virtudes como la defensa de la familia, antes mencionada, la camaradería y la amistad frente al adulterio, la crisis de identidad, la infidelidad y la melancolía de los mayores en contrate con la alegría y la vitalidad infantil.