Título: |
LA CELDA |
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Tit. Orig.:
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THE CELL |
Nacionalidad: |
EE.UU., 2000 |
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Dirección: |
TARSEN SINGH |
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Guión: |
MARK PROTOSEVICH |
Fotografía: |
PAUL LAUFER |
Música |
HOWARD SHORE |
Interpretes: |
JENNIFER LOPEZ, VINCE VAUGHN, VINCENT D'ONOFRIO, MARIANNE-JEAN BAPTISTE,JAKE WEBER, PATRICK BAUCHAU, DEAN NORRIS, CATHERINE SUTHERLAND |
Censura: |
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 18 AÑOS |
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Duración: |
107 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
De un tiempo aquí parece que se han vuelto a poner de moda las películas de asesinos en serie que matan a sus víctimas y se recrean en la violencia que ejercen sobre ellas.
'La celda' (2000) pertenece a ese género, aunque con ligeras variantes.
Un asesino secuestra a mujeres, las mete en una gran pecera de cristal y las ahoga poco a poco llenándola de agua, al tiempo que filma todo el espectáculo.
Después las tiñe de blanco y las convierte en muñecas de cerámica.
En el film hay otra historia, la de una guapa psicoterapeuta infantil que trata de meterse en el cerebro de un niño en coma para curarle.
El policía del caso le pide que haga lo mismo con el asesino para poder encontrar a la próxima víctima, que tiene oculta, y cuyo mecanismo de llenado de la celda se pondrá en marcha automáticamente en 40 horas.
Esta es la única variante con respecto a otras cintas del género: el método de búsqueda a través del complicado sistema de cables cerebrales, lo que da lugar a mostrar los sueños y pensamientos, tanto del niño como del asesino, más duros en este último, expresados mediante extraños decorados y originales vestuarios de Eiko Ishioka, ganadora del Oscar por Drácula.
Pocas novedades ofrece esta ópera prima de Tarsem Singh y apenas si interesan éstas más que la presencia de Jennifer Lopez o la música de Howard Shore.
Poco vagaje para tanto oropel.
Fue nominado al Oscar el maquillaje. Los críticos de Phoenix le dieron el premio a la mejor fotografía. Producida por Carlos Reygada, Carlos Serrano Azcona, Jaime Rosales y Jaime Romandía, hace su ópera prima el guionista y director madrileño Carlos Serrano Azcona, que fue ayudante de dirección de Carlos Reygada en su primer largometraje, Japón.
Antes estudió Filosofía en la Universidad Complutense y dirección en la London Film School, pero poco aprovecharía el tiempo a juzgar por los resultados de su ópera prima.
A la vista de quienes son los productores, del estilo de cine que suelen hacer, de la ayudantía de dirección con el que aprendió, no es de extrañar que el cine que lleva a cabo en su primera película este individuo sea exactamente igual que el de sus próceres, con las mismas características, de aburrido, de sin sentido, de sin argumento y de sin idea de lo que es el lenguaje cinematográfico en su afán de innovar o de epatar, siempre con la cámara a mano y pegada a la nuca del protagonista que deambula por las discotecas y las calles de noche, de día o duerme en un banco, sin la más mínima elipsis de tiempo.
El protagonista se ha divorciado de su mujer pero quiere ver a sus hijas, cosa que tiene prohibido por ley y a pesar de ello se empeña en hacerlo. Ha trabajado fugazmente en la discoteca de un amigo pero es expulsado a las primeras de cambio y se vuelve a quedar en la calle sin nada que hacer. Termina acercándose a ver a su abogado que le vuelve a decir que no haga nada y acaba por querer tirarse de un puente y ahí se corta la historia, si es que a eso se le puede llamar así, que está mejor contada en estas cuatro líneas que en las insoportables imágenes de esto ya que no nos atrevemos a llamarle película.
Esta misma técnica en las cintas de Reygada es aburrida, se ve crecer la hierba, observar íntegro un amanecer o una puesta de sol, pero al menos tiene una belleza que aquí no hay por ningún lado. Y se ponga como se ponga el director y sus patrocinadores esto es anticine, anticomercial y dudamos que encuentre quien lo estrene. Pasó por el Festival de San Sebastián en una de las secciones paralelas, que es donde se ha llegado a exhibir y los pocos que la vieron salieron echando pestes.