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CRITICA
Por: PACO CASADO
Séptima entrega de la historia de Rocky Balboa. Adonis Johnson, el hijo del campeón del mundo de los pesos pesados, el afroamericano Apolo Creed, que fue el mayor rival de Rocky y terminó siendo su mejor amigo, le busca y le pide que le entrene para seguir la estela de su padre, al que no conoció, con el objetivo de alcanzar la gloria en los cuadriláteros, mientras éste lucha contra un enemigo más mortal que todos a los que se enfrentó en el ring.
Adonis no es un chico pobre, tiene una buena posición y lo deja todo para marcharse a Philadelphia en busca de Rocky, para llegar a ser tan grande como su progenitor, porque le gusta boxear, pero oculta su apellido para obtener el triunfo sin ir a su sombra.
Película con gran nostalgia de recuerdos de las anteriores a través de sus imágenes y en algunos de los momentos finales también de la música, recordando el famoso tema de Bill Conti, aunque la banda sonora compuesta por Ludwig Göransson está bastante lograda con temas de notable belleza.
Los admiradores de la saga se lo pasan bien con los combates de boxeo, aunque las trayectorias de los boxeadores sean algo convencional como para llegar tan pronto a disputar el campeonato del mundo.
La primera hora es algo tópica con el encuentro y posterior enamoramiento de Bianca, que se gana la vida como cantante, siendo mejor y más dramática la segunda que es más emocionante al entrar en ella los combates que, lógicamente, son algo previsibles.
La historia de amor añadida sirve para dar empuje y fuerza al protagonista y cierta emotividad al argumento junto con los momentos sentimentales que provoca la trayectoria de Rocky.
Contiene todos los elementos de la saga, épica, superación, esfuerzo y arrancó con fuerza en la taquilla americana como para continuar, aunque parezca increíble, ya que es como un comenzar de nuevo la franquicia cuando han pasado 40 años, que se inició con un guion del propio Stallone donde llamaba la atención el ser el mejor tanto en el ring como en la vida.
En el aspecto sentimental Rocky sigue siendo muy querido por las gentes de su barrio en Philadelphia, con su restaurante que lleva el nombre de su esposa ya fallecida, Adrian's, con la que pasa algunos momentos en el cementerio y junto a su amigo Paulie.
El director afroamericano Ryan Coogler que hace con éste su segundo largometraje, se empeñó en continuar la saga a pesar de la negativa en un principio de Stallone, hasta que le convenció e incluso se hizo productor, y del que ha obtenido uno de los mejores trabajos de su carrera por el que ha ganado el Globo de oro y está nominado al Oscar.
En Stallone se produce el mismo fenómeno que en el personaje de Rocky, que ha perseverado hasta lograrlo, ahora en un papel más dramático de un hombre acabado pero con una segunda oportunidad.
Es un film vibrante, con ritmo, con un guion que por primera vez en la serie no ha sido escrito por Stallone, con una historia que funciona, con un final emotivo, que no tiene nada que envidiar a las demás de la franquicia, aunque no nos diga nada nuevo, ya que no es más que la lucha por la vida y por lograr el triunfo, como en tantos títulos sobre el boxeo que son memorables: 'Gentleman Jim' (1942), 'El ídolo de barro' (1949), 'Más dura será la caída' (1956), 'Marcado por el odio' (1956) 'Toro salvaje' (1980) y así podríamos seguir enumerando los más famosos de la historia del cine. Este no desmerece de ellos, aunque no sea comparable.
Está bien filmado, incluso las peleas, alguna de ellas en plano secuencia con una enorme plasticidad usando la cámara lenta en los momentos oportunos sin abusar.
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