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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras su pase por la Mostra de cine de Venecia, donde consiguió el León de oro del certamen y proyectada fuera de concurso en la Seminci de Valladolid llega con prontitud a las pantallas españolas 'Tres colores: Azul' (1993).
El director polaco de 'La doble vida de Verónica' (1991) y de la serie televisiva 'Decálogo' (1989/1990), se propone ahora hacer una trilogía con los colores de la bandera francesa: Azul, la libertad, Blanco, la igualad y Rojo, la fraternidad, en la que despliega sus inquietudes éticas y estéticas.
La historia que nos propone en este caso es la de Julie,una mujer que al comienzo de la película pierde, en un accidente de tráfico a Anna su hija pequeña y a Patrice su marido, un célebre y afamado compositor que está escribiendo un "Concierto para la unificación de Europa", aunque en realidad es ella la verdadera autora de la música.
Tras el trágico suceso decide partir de cero, desligarse del pasado y vivir en libertad.
A partir de ese momento queda libre, pero también sola, con una libertad no deseada, sino impuesta debido a las circunstancias del accidente.
Krzysztof Kieslowski se pregunta si realmente se es libre cuando se está solo o por el contrario atado a la cadena de la soledad, de los recuerdos del pasado.
La protagonista en este sentido quiere romper con todo ello, con los objetos y las cosas que le atan a ese pasado para ver si así recupera realmente su libertad.
Este rompimiento le descubrirá un pretérito no deseado de su esposo y hasta llegamos a pensar o suponer si no era ella quien componía para su marido.
Krzysztof Kieslowski hace un cine muy personal y como tal le interesa el individuo y su interior, al que trata de llegar en la persona de su protagonista, Juliette Binoche, una actriz fría y distante como el cine polaco o como lo requiere en este caso su personaje.
En un principio busca la libertad y tal vez únicamente encuentre la soledad.
En ese punto el film decae, se detiene en pequeños detalles de la vida cotidiana que aburren al espectador, para después remontar al final cuando parece encontrar la luz al final del túnel y vislumbrar un rayo de esperanza, recomponiendo incluso la partitura del concierto.
En este aspecto la música tiene un gran protagonismo en la cinta, con una composición realmente inspirada de Zbigniew Preisner y una cuidada fotografía de Slawomir Idziak.
En la línea habitual de su cine nos convence la dirección de Kieslowski, con la geometría de sus planos y la funcionalidad de la puesta en escena en la que nada parece inútil, pero no nos llena tanto el guion, que si bien arranca de una idea, un fundamento, un punto de partida, después no se corresponde con su desarrollo y deja un tanto frío al espectador.
El director reflexiona sobre el precio que tenemos que pagar para lograr una meta tan ansiada por el ser humano como es la libertad.
Fue nominada a tres Globos de oro: film extranjero, Juliette Binoche y la música. Premio especial del jurado en el Festival de Chicago. Goya, Saint Jordi y Premio del CEC a la mejor película extranjera. Tres Premios César: para Juliette Binoche, montaje y sonido. Siete premios en la Mostra de cine de Venecia, entre ellos el León de oro.
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