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CRITICA
Por: PACO CASADO
Inspirándose en un poema de la poetisa polaca Wislawa Szymborska, Krzysztof Kieslowski nos propone el tema de la fraternidad y su tercer color de la trilogía, 'Tres colores: Rojo' (1994), que completa la visión que el autor polaco tiene sobre el lema de la revolución francesa y los colores de su bandera.
Para verter en imágenes estas ideas ha elegido la historia de una joven modelo de 23 años que un día, accidentalmente, atropella a una perra propiedad de un juez retirado, con quien trama una buena amistad, a pesar de la hosquedad con que le recibe la primera vez, en el que parece reconocer la persona buscada durante toda su vida, pero con el que hay una barrera de edad considerable.
El juez se dedica a fisgonear en la vida de sus vecinos a través de escuchas telefónicas ilegales, por supuesto.
La continuada relación les hace entablar una buena amistad y confidencialidad mediante la cual vamos conociendo las vidas de ambos protagonistas y las de otras personajes que corren curiosamente paralelas y que tal vez nunca se encuentren o que posiblemente algún día confluyan en algún punto, como en el caso de August con quien la protagonista coincidirá en un ferry cuyo accidente hace que tan sólo se salven siete personas, que a su vez Kieslowski aprovecha para que sean los correspondientes protagonistas de los tres colores de su trilogía, en un guiño al espectador.
Esta historia, como las anteriores, tiene entidad propia, principio y fin, pero a su vez si se les busca, también pueden tener puntos de contactos o relaciones con las anteriores, lo cual sería muy curioso de estudiar.
En 'Tres colores: Rojo' (1994) el estupendo guion se apoya más que en las otras historias en las palabras, resultando más locuaces los personajes, lo que palia la realización de Kieslowski que se encarga de darle la agilidad necesaria para que en ningún momento se note, dada la belleza de sus imágenes, como es habitual en el cineasta polaco.
La realización de Kieslowski se apoya, como si de Vincent Minelli se tratara, en el rojo luminoso de su título para poner fuego a una pasión ya nada fácil de llevar a cabo, o ardiente tensión a una tragedia casi imposible.
De nuevo vuelve a tener como protagonista a una mujer, como ocurría en 'Tres colores: Azul' (1993), que en esta ocasión es la sublime Irene Jacob, que ya protagonizó su película 'La doble vida de Verónica' (1991), que se convierte aquí en ideal personaje principal de este relato de fraternidades y tragedias disimuladas.
Prestándole réplica está el veterano actor francés Jean-Louis Trintignant que consigue uno de sus mejores trabajos en tan buenas manos directivas, a pesar de su mal estado de salud, lo cual incluso tal vez le ayudara a la creación física del personaje.
Como ocurría en los anteriores films, es difícil contar con palabras lo que son estas tres joyas de Kieslowski, la complejidad de sus personajes y la profundidad de sus historias, convertidas en puro cine, en estupendas imágenes, que han hecho que las minorías se conviertan en mayorías y que sus cintas se transformen en éxitos.
Nominado a 3 Oscars: Mejor director, Guion original, Fotografía. Nominada al Globo de oro al mejor film extranjero. 2 nominaciones a los Bafta. Ganó el César a la mejor música. Premio Bodil. Premio Independent Spirit. Premio NBR. Premio en el Festival de Vancouver. Turia a la mejor extranjera. Y numerosos premios de las Asociaciones de críticos.
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