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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hollywood no siempre ha tratado el género bélico en serio, sino que algunas veces lo ha hecho en broma y ahí están muchos títulos que lo confirman.
En el caso que comentamos no nos ha quedado muy claro si lo hace de una manera o de otra pero desde luego muy en serio no parece al presentarnos el caso de Richie Lanz, un mánager prácticamente acabado, al que la única representada que le queda es una cantante que no acaba de funcionar.
Un día le da una oportunidad de actuar en un club a su secretaria y un oficial americano le ofrece viajar a Afganistán para hacer una gira cantando ante las tropas americanas allí destacadas, pero la chica ante el ambiente bélico que ve allí se asusta y decide volverse a América.
Richie se queda allí sin dinero, sin pasaporte y encuentra en una cueva en Kabul, por casualidad, a Salima, una joven pastún con una voz excepcional, a la que convence para que se presente al megapopular concurso The Afghan Star, la versión afgana del americano The American Idol, el equivalente a nuestro Operación triunfo, y de camino se ve metido en el tráfico de armas y otras peripecias peligrosas en torno a la guerra allí existente.
El problema es que en Afganistán las mujeres tienen prohibido cantar y bailar con amenaza de muerte si lo hacen y menos en público.
A pesar de lo inverosímil que puede parecer esta disparatada historia, el guionista Mitch Glazer se inspiró en un hecho real y en la popularidad del famoso concurso que suscita la presencia ante la televisión de unos diez millones de espectadores, de lo que ha obtenido un torpe y flojo guion.
Hay veces que el propio cartel de una película parece anunciar que lo que representa no merece la pena y éste caso es uno de los más claros a nuestro entender, porque no entran las más mínimas ganas de conocer lo que hay detrás de ello.
Si para colmo nos encontramos con un guion embrollado y deslavazado que va de un lado a otro, en el que se pretende meter demasiadas cosas sin profundizar en ninguna de ellas, sin hacerlo en serio o en broma, la cuestión empeora por momentos.
Así no es de extrañar que con un presupuesto de quince millones de dólares no haya recaudado en la taquilla americana ni la quinta parte del mismo.
Es una pena que detrás tenga a un director interesante como el veterano Barry Levinson que ha dado productos de calidad como 'Rain Man' (1998) por el que ganó el Oscar, 'Acoso' (1994) o 'La cortina de humo' (1997), pero últimamente parece que no acaba de acertar con los últimos films que ha dirigido, como ocurre en éste, de momento, el más reciente de los suyos.
Aunque la cinta se desarrolla en un marco violento como la guerra de Afganistán, trata de criticar el absurdo de los conflictos armados y destacar los valores de la amistad, la familia, la tolerancia, la reivindicación de los derechos de la mujer en el mundo islámico y la constancia de luchar por los fines propuestos, pero todo ello se diluye en una comicidad que no funciona.
La película resulta bastante floja y Bill Murray no sabe si su papel es dramático o cómico, en el que se centran todas las esperanzas, estando al frente de un buen reparto en el que estrellas como Kate Hudson o Zooey Deschanel cumplen con sus respectivos cometidos, mientras que Bruce Willis hace una parodia de sí mismo.
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