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CRITICA
Por: PACO CASADO
En las últimas semanas nos ha llegado todo un aluvión de películas homosexuales de diversas nacionalidades, que cada vez son más atrevidas mostrando de forma explícita las escenas amorosas y los órganos sexuales, como ocurre en 'Théo y Hugo, París 5:59', que comienza sin más con una orgía de 18 minutos de duración entre hombres en un club gay.
Théo y Hugo se conocen en ese club de sexo en París. Tras crear una conexión especial al tener relaciones sexuales, se citan fuera del club, más allá de la furia del deseo, el placer y la emoción de ese primer momento, los dos jóvenes, sobrios, ya en las calles vacías del París nocturno, se enfrenta a su amor en ciernes y se dan cuenta de que tuvieron esas relaciones sin protección.
Dado que uno de ellos es VIH positivo, van al hospital de Sant Louis para un chequeo e iniciar el tratamiento de urgencia requerido en esos casos.
Después de pasar la noche juntos se enamoran a pesar del citado incidente y se enfrentan a su amor naciente.
Drama francés con una historia de amor entre dos hombres homosexuales con un inicio de sexo explícito, sin dramatismo, casi un documental.
Pasado el impulso del deseo y la exaltación de este primer momento que sucede en tiempo real terminan desengañados.
La película tiene el impacto de los primeros minutos por lo inusual de esas escenas más bien de cine porno, pero es un aburrimiento total sobre dos personas que es poco menos que imposible que se produzca ese flechazo amoroso en tan pocos minutos y además sigan juntos tras haberle provocado el poner al otro en el riesgo de contraer la mortal enfermedad y no llegar ni siquiera a enfadarse.
La conversación tras salir del establecimiento gay es de lo más intrascendente e incluso ridícula a veces, que tan solo interesa cuando nos dan a conocer sus profesiones, que sirve para identificarse o expresar sus ideales, con algunos momentos muertos.
Lo más interesante es conocer cómo es el tratamiento que se hace contra el Sida en el hospital.
Cinematográficamente nos ofrece un bonito París nocturno casi desierto con una bella fotografía en largos planos secuencias, travellings a pie, en bicicletas o en el metro, al borde de despuntar el día. La música electrónica es realmente agobiante. La interpretación se limita a un constante y empalagoso besuqueo.
Premio del público en el Festival de cine de Berlín. Mejor actor François Nambot y Geoffrey Couët en el Festival de Cabourg. Mejor película y actor Geoffrey Couët y François Nambot en el Festival de San Diego. Premio Magüey a la mejor película en el Festival de Guadalajara.
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