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CRITICA
Por: PACO CASADO
William Shakespeare ha sido llevado con frecuencia al cine, pero no siempre con fortuna. No obstante se pueden citar adaptaciones muy honrosas como 'Ricardo III' (1955), de Laurence Olivier, 'Otelo' (1952) y 'Campanadas a medianoche' (1965) de Orson Welles, Macbeth (1971) de Roman Polanski, 'La mujer indomable' (1967) y Romeo y Julieta (1968), de Franco Zeffirelli.
La mayoría de ellas son dramas o tragedias, pero pocas veces habíamos visto una comedia shakesperiana, a excepción de 'La mujer indomable' (1967), tan bien llevada a la pantalla como 'Mucho ruido y pocas nueces' (1993).
Porque hablar de William Shakespeare suena siempre a algo serio, clásico, aburrido y teatral.
Confesamos que desconocíamos esta comedia del gran maestro de la lengua inglesa, aunque no su facilidad para jugar con los sentimientos y las palabras de una forma tan divertida.
Escrita en 1598 sitúa la acción en la caliente Sicilia, a donde llega Don Pedro de Aragón, acompañado de Benedicto, su hermanastro Don Juan y Claudio y nos relata dos romances entrelazados, el del joven soldado que va a contraer matrimonio con su bella dama, cuya virtud se pone en entredicho por un malentendido malintencionado y la lucha por la libertad entre Benedicto y Beatrice, condenados a entenderse.
Kenneth Branagh es actualmente el más directo heredero de Laurence Olivier, quien mejor sabe manejar, tanto en la escena como en el cine, al ingenio de las letras inglesas.
Ya lo demostró con su primera adaptación y dirección cinematográfica con 'Enrique V' (1989) y ahora lo vuelve a hacer con esta comedia, fresca y lozana, ligera en apariencia, romántica por excelencia, y divertida por demás, dejando traslucir la inteligencia e ironía de los diálogos, la frescura de la puesta en escena y la vitalidad contagiosa que los actores emplean en recrear sus personajes que, de alguna manera, se transmite al espectador, fruto además del ingenio de Kenneth Branagh que está sensacional como actor junto a su mujer Emma Thompson y todo el bien elegido reparto de actores americanos y de veteranos secundarios ingleses, sin que en ningún momento asome su origen teatral.
Adornada con una estupenda música y brillante fotografía, hacen de esta película un delicioso entretenimiento que agrada tanto a los estudiosos de Shakespeare como a los buenos aficionados al cine.
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