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CRITICA
Por: PACO CASADO
Películas de ficción sobre traficantes de drogas e incluso de casos reales sobre el mayor de ellos de los cárteles colombianos como es Pablo Escobar, hay bastantes, pero de un hecho verídico tan espectacular como la más importante redada montada que se describe en este caso no hay muchas que se le asemejen.
A la boda de Bob Musella, el agente federal encubierto Robert Mazur, acuden los mayores mafiosos de Colombia y sus corruptos banqueros con los que trabajan, sin saber que les han tendido una trampa y que todo es una auténtica farsa.
Sus detenciones agitan los cimientos del mundo colombiano de la droga, y el séptimo banco mundial más grande que albergaba capital privado quedó expuesto por guardar las fortunas de los líderes mundiales, corruptos y criminales de todo el mundo.
El film relata los hechos ocurridos en Tampa Bay, en Florida, en el año 1986, cuando dos agentes norteamericanos se infiltraron en una banda de narcotraficantes colombianos con el objetivo de codearse con la cúpula de la organización criminal del cártel de Medellín de Pablo Escobar y protagonizar la mayor operación encubierta antidroga de la historia de los Estados Unidos.
Uno de ellos es Bob, un policía americano, agente de aduana, experto en introducirse en las bandas criminales de todo tipo, ya que es un espía poco llamativo, que le surge la oportunidad de meterse en una red de blanqueo de moneda haciéndose pasar por un financiero que blanquea dinero negro en paraísos fiscales, que cuando implica al narco Pablo Escobar, se encuentra realizando su misión más peligrosa.
Tiene que hacer una doble vida, como padre de familia, casado con Evelyn y con dos hijas pequeñas, y de millonario cruel y narcotraficante que le hizo pensar en ser un traidor en algunos momentos; tenía el riesgo de ser abandonado por su esposa al no resistir más el peligro que corría en esa importante misión.
El guion de Elen Brown Furman, madre del director, está basado en el libro 'The infiltrator', escrito por el propio protagonista real de esta historia, Robert Mazur, que da título original a la cinta, que describe los hechos que él mismo vivió y del que se obtiene un buen partido.
Bryan Cranston está genial y muy creíble en su personaje, como es costumbre en este buen actor, con una dirección artesanal pero bastante acertada, aunque no aporta nada nuevo, que hace una película con una historia que ya hemos visto en otras ocasiones, que avanza a base de coincidencias y golpes de suerte casi milagrosos, que no obstante no impiden el serio peligro que corren los protagonistas en muchas ocasiones al estar introducidos en los temibles cárteles colombianos de la droga.
A esta historia de policía infiltrado se une otro aspecto también interesante como es el de la amistad sincera que se crea entre Bob y los delincuentes.
Posee buen reparto en el que destacan además de Bryan Cranston, Dianne Kruger, John Leguizamo, Amy Ryan, Benjamin Bratt y los españoles Simón Andreu en un importante papel y Elena Anaya en un personaje menor, junto a un irreconocible Rubén Ochandiano.
Un metraje alargado para un thriller que tenía posibilidades de mucho más, pero que no por ello deja de tener su interés sin que el espectador pestañee en ningún instante ya que Brad Furman, en este su cuarto largometraje, mantiene muy bien el ritmo, que lo hacen muy distraído, bien ambientado en la década de los años 80 y adornado con las músicas de aquella época.
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