|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Para su novena película Ozon continúa con el tema de la muerte iniciada en 'Bajo la arena' (2000), aquí personificada en Romain, un joven de 31 años, fotógrafo de profesión, arrogante y gay, al que se le diagnostica un cáncer terminal, dándole el médico unos tres meses de vida.
Él oculta su enfermedad a todos, incluso a su novio, Sasha, al que echa de su casa, y se enfada también con su familia a excepción de Laura, su abuela, que es a la única que se lo dice, quizás porque como él está más cerca de la muerte.
El guion describe muy bien el largo calvario que pasa, desde la rabia que paga con los demás, el rechazo a ningún tratamiento que le afee físicamente y finalmente la aceptación de la muerte.
Hay una historia un tanto impostada, que alarga el metraje, pero que queda como una especie de redención para Romain, que es la petición que le hace Jany, la camarera, que deja así una continuidad en este mundo y complace el deseo de su madre.
Romain se enfrenta al miedo, a la depresión y finalmente a la soledad que trata de remediar pidiendo perdón a su novio, que lo rechaza, y halla la solución en el deseo de Jany, la camarera.
Ozon dirige con sobriedad y elegancia, incluidas las dos escenas de sexo en las que no llega a recrearse y están diríamos que justificadas, junto a otros momentos muy emotivos, como los que pasa con su abuela Laura, que da ocasión a una breve intervención de la veterana Jeanne Moreau, y muestra su dominio del melodrama.
No cae en el sentimentalismo, ni en la lágrima fácil, con un final tan triste y solitario como bello, a la orilla del mar. Espiga de plata y Premio al mejor actor para Melvil Poupaud en la 50 Seminci de Valladolid.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
TRÁILER
BSO
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE