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CRITICA
Por: PACO CASADO
Han pasado 20 años. Muchas cosas han cambiado, pero otras siguen igual. Mark Renton vuelve al único sitio que considera "su casa" donde le esperan Spud, Sick Boy y Begbie, que siguen siendo algo descerebrados y un poco canallas, pero sobreviven.
Secuela de la célebre película 'Trainspotting' (1996) que también dirigió el escocés Danny Boyle, esta vez basada en la siguiente novela, 'Porno', de Irvine Welsh, publicada en 2002, cuyo guion no es demasiado fiel al texto literario.
Tras veinte años en Holanda, Mark Renton regresa a Edimburgo, Escocia, donde le esperan sus viejos amigos de toda la vida, no todos con las mismas intenciones y afectos.
Siguen siendo tan inmaduros, no han cambiado tanto, con una vida ciertamente alocada.
En tiempo se produjo una traición y parece que Renton trata de restablecer los lazos restituyendo lo que les pertenecía, tras vender una bolsa de heroína en Londres por 16.000 libras, y fugarse con todo el dinero, pero no todos lo reciben de la misma manera.
Spud se gasta su dinero en drogas, Begbie se escapa de la cárcel y Simon tiene un club de prostitución donde hace chantaje sexual a sus clientes, pero todos desean su parte.
Hay una intención de acabar aquellas historias, que poco nos interesan, que tampoco han cambiado tanto en el fondo, ya no tienen veinte años, son más de cuarenta, pero siguen siendo tan inmaduros como entonces.
La primera película fue la crónica de una época y un desgarrador retrato mostrando con plena libertad el submundo de la droga, de lo que parecía que hacía una apología aunque no fuera esa su pretensión, en la ciudad de Edimburgo en los años 90, que abrió nuevos caminos al género y al cine británico, logrando ser la más taquillera del año y ganando varios premios.
Estaba basada en la novela de igual título de Irvine Welsh que dio lugar a una obra de teatro y al film precedente a este, aquí basado en la siguiente novela, que se convierte en un guion deslabazado, confuso, que hace aguas por todas partes, sin ritmo, ni fluidez.
Recupera a los mismos personajes e idénticos actores veinte años después, pero no parece dirigido por el mismo director artesanal y comercial que es Danny Boyle, capaz de mejores cosas como ya lo demostró en títulos como 'Slumdog Millonaire' (2008) o '127 horas' (2010) que superan en mucho a esta decepcionante continuación de la historia contada con desgana, como lo fue en su día 'La playa' (2000).
Esta es menos contundente, más convencional y a lo largo de la trama se toca no solo la droga, sino también la traición, la venganza, el fracaso, el odio, el amor, el deseo, la amistad entre los distintos miembros del grupo, de los que vamos conociendo sus actividades que van mezclando, entrecruzándose y enmarañando más el relato al que le sobran muchos minutos.
Posee algunos apuntes que interesan a pesar de tener muchos rellenos y guiños dedicados a los fans de los cuatro protagonistas, que no son más que unos personajes patéticos que no interesan a nadie, y con escenas menos desagradables que la primera.
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