Título: |
LA PLAYA |
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Tit. Orig.: |
THE BEACH | |
Nacionalidad: | EE.UU., 1999 | |
Dirección: | DANY BOYLE | |
Guión: |
JOHN HODGE. Basado en la novela escrita por ALEX GARLAND |
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Fotografía: |
DARIUS KHONDJI |
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Música |
ANGELO BADALAMENTI |
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Interpretes: |
LEONARDO DICAPRIO, TILDA SWINTON, VIRGINIE LEDOYEN, GUILLAUME CANET, ROBERT CARLYLE |
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Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS | |
Duración: |
115 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Tras un año de inactividad después de 'Titanic', Leonardo di Caprio ha vuelto a las pantallas con 'La playa', una insulsa adaptación de la apreciable novela de Alex Garland, que habla de las dificultades de encontrar el paraíso, en la que se han introducido algunas secuencias que no estaban en el libro para hacer el producto más comercial.
Esto, aún siendo libre de hacerlo el guionista, no ha beneficiado en nada a un guión que se estira como si no tuviera nada que decir o tal vez para hacer un traje a la medida del protagonista, y a cambio ha perdido todo el valor corrosivo de la novela.
Di Caprio encarna aquí a Richard, que es la imagen del joven norteamericano de hoy, un personaje que procede de la generación de los videojuegos, la televisión y los ordenadores, que no sabe bien lo que es la emoción, y va a Tailandia en busca de cambiar de vida, a experimentar sensaciones fuertes y de paso se encuentra con un paraíso perdido que al poco se convierte en un infierno, y terminar volviendo al mismo lugar de donde partió.
Danny Boyle, del que nos gustó su Tumba abierta y nos pareció sobrevalorada Transpotting, pierde el ritmo y no logra enderezar el entuerto que es 'La playa'. El plato fuerte es el tirón de Di Caprio, que es lo único que puede salvar comercialmente la película, pero que no es más que un actor en formación que aún no ha demostrado su valía, cosa que tampoco ocurre aquí, entre un reparto de actores poco conocidos, a excepción de Robert Carlyle, con el que tiene varias secuencias.
El mediocre guión, en el que todo es previsible, toma la cuesta abajo a raíz de la introducción del juego por ordenador en el que Di Caprio es protagonista. Ahí ya no tiene solución.
El marco sirve poco más que para obtener una bella y relamida fotografía, en contraste con el paisaje urbano de una abigarrada y cutre Bangkok.
En definitiva un film cuyos superficiales atractivos se reducen a su protagonista y el paisaje de ensueño, porque el resto no tiene la más mínima enjundia.