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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aclamada en varios festivales nos llega con dos años de retraso 'Todo mujer' (2015), el octavo largometraje de Rafael Gordon, que cuenta el difícil día a día de una mujer que se convierte en reflejo del espíritu de superación y dignidad de la condición humana en tiempos de crisis, símbolo de una familia aristocrática que está en la más absoluta de las miserias que busca la razón de su existencia.
Amalia es una mujer madura de más de 50 años que sobrevive en una casa-palacio situada en la ciudad de Segovia casi como una ermitaña. La ruina de la mansión viene de generaciones.
Ella padece un tumor cerebral que le obliga a llevar una vida físicamente precaria en muchos aspectos, que le llevarán incluso a pasar hambre.
Vive el fin de una raza y posición social, pero Amalia tendrá que luchar contra su destino y se reencontrará con la vida al acoger en su hogar a un joven mendigo, un sintecho enfermo terminal al que tratará de rehabilitar, que padece el síndrome de Asperger.
En su entorno y dentro de la casa palacio hay un intruso que, enamorado de ella, provocará la tragedia final.
Rodada en la ciudad del acueducto, aborda asuntos sociales como el síndrome de Asperger, la situación de la mujer, la vejez y la pobreza.
Amalia vive al límite de la realidad, y su única alegría es una gallina que cada día pone un huevo, además de lo que coge de la basura gracias a lo cual no se muere de hambre.
Está desahuciada por Hacienda, da clases a una niña, la visita una mujer, Erika, con Cecilia una hija autista.
Ella tiene una hija a la que no ve casi nunca porque está siempre viajando por el extranjero, que se gana la vida tocando el telemín como músico callejero, y un mendigo enfermo al que recoge de la calle, que son sus pocos vínculos con el mundo exterior.
Todo en esta película es surrealista, como algunas de las que hacía Luis Buñuel del que Gordon se siente discípulo y gran admirador de su obra o de Federico Fellini, sus directores preferidos.
Un film arriesgado sobre la crisis existencial de una mujer madura, solitaria y olvidada de familiares y amigos, entre el delirio y la realidad, que no logra fílmicamente su objetivo debido a su tono cansino, algo teatral, que parece hecha para el lucimiento de una actriz como Isabel Ordaz, prácticamente protagonista casi única de esta historia, la de una mujer enferma que lo tuvo todo en su día y que ahora vive en la soledad, la locura y la pobreza en una casa que comparte protagonismo con ella, sin la cual no hubiera sido posible como escenario natural.
Cinta con un guion inconexo, berborréico, con personajes superficiales salvo el de ella, cuyo contenido no es fácil que llegue al público en general porque resulta tediosa para transmitir lo que el guionista y director ha querido decir y contarnos.
Último largometraje del madrileño Rafael Gordon siempre dentro del cine independiente, realizador que se prodiga poco ya que sus películas no son muy comerciales, siendo más bien carne de festivales donde suelen ser acogidas.
Lo mejor, la espléndida fotografía de David Omedes y la música de Jorge Sagaz.
Premio del jurado en el Festival de Hermosillo (México) y en el de Martil (Marruecos). Mejor actriz (Isabel Ordaz) en el festival de Helsinkin (Finlandia).
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