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CRITICA
Por: PACO CASADO
Son infinidad las historias que se produjeron durante el holocausto judío y algunas de ellas han sido trasladadas al cine, unas veces extraídas de la realidad, en otras ocasiones inventadas por novelistas y guionistas para ser plasmadas en la gran pantalla por las distintas cinematografías, ya sea la norteamericana o las europeas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Helmut, un aristócrata, un oficial del alto mando de las SS, que controla un campo de concentración, admirador de la cultura rusa, gran conocedor de Chejov, que cree en el paraíso ario al que quieren llevar a Alemania; Olga, una mujer también aristócrata, pero en este caso rusa, miembro de la Resistencia Francesa, que es arrestada por la policía nazi por ocultar a dos niños judíos durante una redada, es internada en un campo de concentración, donde se encontrará con Helmut, que hace muchos años fue su amante y aún mantiene sentimientos hacia ella; y Jules, un comisario de policía francés en París, colaboracionista con las fuerzas de ocupación nazi, son los personajes que se cruzan en Paraíso.
Mediante ellos y sus decisiones, debido a su afán de supervivencia y sus ideologías, se analizan las relaciones humanas y los puntos comunes entre el odio que había en aquellos años y el de la sociedad de hoy, en este drama con trasfondo filosófico.
Una historia en la que se hace una reflexión sobre el bien y el mal, filmada en blanco y negro y en formato de pantalla cuadrada 1/1'3 como en los comienzos del cinematógrafo, tal vez elegido porque le facilita el encuadre en las entrevistas en las que no se han disimulado los cortes, mientras que cuando desarrolla la acción lo hace a cámara fija en la que entran y salen del plano los personajes, que no parece lo más ideal y algo teatral.
Esa forma de contar la hace original si se quiere o la distingue de otras maneras de narrar la historia sobre el tema, pero en el fondo ésta no difiere mucho de las ya conocidas entre verdugos y víctimas y tampoco sigue una continuidad narrativa en los hechos que nos presenta del pasado.
El veterano realizador ruso hace una película sobre el Holocausto que fue la candidata que Rusia presentó a los Oscar a la mejor de habla no inglesa.
Cine de autor del octogenario Andrei Konchalovski, dedicado a los rusos que murieron en los campos de concentración y que lucharon contra los nazi por salvar la vida de los judíos.
El guion está confeccionado a base de entrevistas de los tres principales protagonistas de estas historias entrecruzadas, mirando a cámara, en las que se obvian las preguntas y solamente se nos ofrecen las respuestas.
Éstas le sirven al director para hacer avanzar la acción que va mezclando con algunas escenas de lo que sucedió según lo narrado, pero creemos que abusa de este sistema para darnos a conocer más sobre los personaje, pero al mismo tiempo no sólo alarga el metraje sino que personalmente nos parece poco cinematográfico.
Se asemeja a una vieja cinta de los años 30 debido a su formato primitivo, con unos momentos en los que los personajes hablan a la cámara o a un personaje que nunca sabemos quién es, que es lo más previsible de la historia, mezcladas con situaciones de ese momento histórico.
Expone aquí el horror y el dolor de las cámaras de gas, colocándose entre el testimonio y la reconstrucción.
Una historia del Holocausto pero no una más, es la vida de esos tres personajes que buscan a su manera su paraíso, pero en el camino se cruzan sus vidas marcadas por el recuerdo, el dolor y la injusticia, porque no hay paraíso si no hay dolor o no existiría el bien sin el mal.
El film ofrece una reflexión como lo hacen los protagonistas en esa especie de confesiones, porque cada uno, dependiendo del lado donde se encuentre, ve de forma distinta su propio paraíso.
León de plata a la mejor dirección en Venecia. Mejor actriz, fotografía y del jurado joven en Gijón.
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